Independientemente de que uses la lentitud para convencerte de que necesitas un nuevo móvil, es innegable que los teléfonos se ralentizan con el uso. ¿Por qué sucede esto? ¿Forma parte de una conspiración internacional para que renueves tu teléfono con frecuencia?
El móvil se ha llenado de “cosas”

Cualquier móvil nuevo funciona más rápido por el mero hecho de ser nuevo y, por ende, venir casi vacío de fábrica. Hay pocas aplicaciones instaladas, mucho espacio libre y apenas archivos en su interior. Es normal que recuerdes que tu teléfono era rapidísimo recién salido de la caja: lo raro habría sido lo contrario.
Por ejemplo, para la aplicación de Galería no es lo mismo leer las vistas previas de cuatro fotos que has hecho de prueba que de miles de fotos, y no es lo mismo para el móvil moverse con unos pocos procesos de fondo que tras haber instalado e iniciado sesión en un montón de redes sociales y aplicaciones de chat.
La propia memoria interna del teléfono necesita de suficiente espacio libre para funcionar a pleno rendimiento. Un teléfono sin apenas espacio libre es un teléfono lento, donde el sistema emplea valiosos recursos en pelearse para encontrar bloques disponibles.
Es por esto que un modo clásico de “rejuvenecer” a un móvil pasa por restaurarlo de fábrica. Borrón y cuenta nueva, y una técnica que es eficaz hasta cierto punto, porque si reinstalas todo tal cual estaba, irá más o menos igual.
Las aplicaciones son más pesadas que antaño
Las aplicaciones para el móvil se encuentran en una eterna batalla consigo mismas y su competencia por captar la atención de los usuarios. Es una tarea nada fácil cuando hay 3,3 millones de aplicaciones a un toque de distancia. En consecuencia, deben actualizarse constantemente bajo la premisa de más y mejor.
Si hace unos años era suficiente para la aplicación de Facebook que mostrara la cronología de publicaciones, fotos, perfiles y poco más, hoy necesita vídeo en directo, efectos en tiempo real en la cámara, stickers, fotos en 360 y un millón de cosas más. De aquí a unos años la lista sin duda seguirá aumentando, lo cual sumado a la conocida inhabilidad (o falta de interés) en optimizar la aplicación, resultará en un monstruito de 200 o 300 MB.
Esta cantidad no será demasiado para los móviles de entonces, que probablemente hayan doblado o cuadriplicado la capacidad de memoria, pero sí para los que vienen de atrás. El APK de Facebook ocupaba 35 MB en 2015, 60 MB en 2016 y ahora anda por los 66 MB. No hay motivo para pensar que se vaya a invertir la tendencia.
Para combatir esto siempre podrías instalar versiones más antiguas de las aplicaciones, aunque no todos los desarrolladores te lo ponen fácil. Aplicaciones como WhatsApp dejan de funcionar si tienes una versión demasiado antigua.
No hace falta irse tampoco al extremo de Facebook. Algunos desarrolladores optarán por diseñar sus aplicaciones pensando en los móviles presentes en el mercado y no en los que tienen ya unos años de recorrido. Igual que Pokémon GO iba un poco a rastras en móviles de gama media, los juegos del futuro irán a duras penas en los flagships de hoy en día.
Ya no recibe actualizaciones o soporte

Si eres de los que abogan por la obsolescencia programada como una de las causas por las cuales nuestros móviles se vuelven cada vez más lentos, esto es probablemente lo que más cuadra con la descripción. Los fabricantes de móviles nos tienen acostumbrados a un año o dos como mucho de soporte. Desde ahí, el móvil es viejo y más o menos estás por tu cuenta.
Eso supone que no recibes más actualizaciones de seguridad, correcciones o de rendimiento que, siendo sinceros, tampoco es que recibas todos los días durante el periodo de soporte. Aquí la verdad es que Google y los fabricantes no paran de pasarse la bola y quien sale perjudicado es el usuario. Salvo contadas excepciones, el móvil está preparado y optimizado para su salida a la venta. Después predomina la ley del mínimo esfuerzo, con correcciones y mejoras, las mínimas.
Por ejemplo, es normal que las nuevas versiones de Android incluyan mejoras de rendimiento como Doze o avances como el Proyecto Treble, pero tardarán mucho en llegar a tu smartphone, y eso si tienes suerte.
Eso sí, las actualizaciones de Android son también un arma de doble filo, pues a veces una nueva versión puede ir más lenta que la versión anterior. Es algo que ha pasado con anterioridad y que sin lugar a dudas volverá a pasar.
Una solución para mejorar el rendimiento de un móvil maduro es instalar una ROM. Con frecuencia, las mejores ROM suponen un brote de aire fresco para el terminal al tener bastante menos bloatware que la versión oficial, aunque a veces llegan con compromisos.
Los componentes han envejecido

El tiempo no pasa en balde para nadie: personas o smartphones. Aunque es cierto que probablemente cambies tu móvil antes de que la degradación de los componentes de tu móvil sean evidentes: el desgaste, haberlo, haylo.
La constante operación de lectura y escritura en la memoria del teléfono acarrea cierto desgaste, aunque lo cierto es que es mínimo. El único componente cuyo desgaste se hace evidente es la batería, cuya capacidad va decreciendo poco a poco desde su primer uso. Así, esas 24 horas de autonomía que tenía tu móvil recién comprado han pasado a ser 15 y más tarde te acabarás conformando con 10.
Por supuesto, puedes cambiar la batería, por ti mismo si es extraíble -que es raro- o mediante un servicio técnico profesional. En caso contrario, tendrás que cargar el móvil con más frecuencia, lo cual lo sobrecalentará más de la cuenta, que afectará a su rendimiento.
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