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Opinión

Alessandra Rampolla y los tres errores más comunes que los hombres y las mujeres cometen en el sexo

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La sexologa más famosa está en Buenos Aires para presentar un show donde interactúa con el público. Y en este diálogo con Teleshow, derriba mitos y reafirma verdades, tanto generales como personales: al momento de la intimidad, ¿ella misma cumple con las expectativas que se generan en torno a su figura?

“Estoy soltera, no solitaria ni aburrida”, dice entre risas Alessandra Rampolla, dejando en claro que disfruta el momento actual, aunque reconoce que a muchos hombres puede llegar a intimidarlos su perfil y el gran conocimiento que tiene sobre sexualidad.

La sexologa puertorriqueña desembarcó con su gira en Argentina: el 19 de mayo se presentará en el ND Teatro con Alessandra te lo cuenta todo, un mix de show, conferencia y charla con el público.

“La gente se anima mucho”, cuenta Alessandra sobre los espectadores, una parte fundamental de su espectáculo. Su entrenamiento la capacitó para no avergonzarse con las preguntas pese a estar en un escenario, y aunque nada la impresiona, sí le sorprende la falta de información en materia sexual: “Sigo encontrando que me hacen preguntas muy, muy básicas -destaca-. Es muy importante la normalización del tema para que todo el mundo tenga la posibilidad de sentirse a gusto”.

Alessandra Rampolla está de gira en Argentina presentando su espectáculo “Alessandra te lo cuenta todo” (Foto: Para Ti)

Alessandra Rampolla está de gira en Argentina presentando su espectáculo “Alessandra te lo cuenta todo” (Foto: Para Ti)

—¿Cuáles son los tres peores errores que cometemos las mujeres?

Número uno: pretender que el otro venga a hacer por nosotras; y no. El orgasmo es el placer femenino y el de cada ser humano, es su responsabilidad. Y si bien hay un montón de cosas que están mal presentadas respecto al sexo, muchos permisos que no se nos otorgan, al final del día cuando nos convertimos en personas adultas es nuestra responsabilidad hacernos cargo. La mujer tiene que saber sobre su sexualidad, su cuerpo, y cómo entonces comunicarle a su pareja qué es lo que quiere. Dos: las mujeres también manipulamos mucho con el sexo. Y también viene desde el lugar de mandatos sociales: “Si te portás bien, si me regalás tal cosa, si me llevás a tal sitio, tienes la recompensa sexual. Y si me enojo contigo, ¡olvidate tú!, que no hay manera”. Hay mucho de manipuleo en las relaciones sexuales.

—Como si fuera algo para el otro, únicamente.

—Claro, es como si estuvieran haciendo algo que es solamente para beneficio del otro y te doy un premio o te castigo a través del sexo. El tercero: no adueñarnos del erotismo, que es natural en nosotrascomo parte de nuestra definición de mujer completa. Yo veo que las mujeres se sienten muy a gusto con diferentes sombreros: el de profesional, su sombrero de mamá, de amigas, de hijas… El sombrero de mujer erótica cuesta mucho. Viene cargado con mucha negatividad, como si fuera de mala mujer o de una mujer de gustos bajos (risas).

—¿Qué hay de la frase: “Una princesa en la calle, una prostituta en la cama”?

—Es ridículo. Las mujeres no somos ni prostitutas ni princesas, somos una mezcla de un montón de cosas porque somos seres humanos complejos. No creo que ninguna mujer deba aspirar a ser princesa, ni tampoco debe aspirar a ser prostituta. Simplemente, en determinados momentos salpicarse de diferentes cosas de acuerdo a cómo te sientas y lo que estás viviendo, sin ponerte el titulón.

—Vamos a los de ellos: ¿los tres peores errores masculinos?

—Primero, seguir insistiendo que el sexo quiere decir penetración pene-vagina. Mira que siguen insistiendo. Claramente desde un lugar cómodo, porque la relación sexual definida de esa manera siempre, siempre va a responder a sus necesidades sexuales. Pero también siempre propagando una visión muy machista y muy desigual de lo que quiere decir realmente pasarla bien en la cama. No puede ser una situación equitativa si solamente la definición de sexo corresponde al placer de una de las dos partes en ese tipo de relación heterosexual. Otro error muy, muy grande que cometen muchos hombres es que durante el sexo oral muchas veces te agarran por las orejas y te agarran la cabeza. Es muy mala educación que hagan eso. No hagan eso nunca más. Que te estén empujando a tal vez una penetración profunda no se hace. Y otro, tercero, el descuido en la relación de pareja a largo plazo, hasta con cómo se presentan. Se espera de la mujer mucho más, que seduzca con la lencería, que se ponga linda, y van los tipos completamente descuidados, con las medias puestas, el calzón todo roto, el elástico suelto…

—¿Qué hace Alessandra Rampolla si se encuentra en una cita con un candidato que se deja las medias puestas?

—Le digo que se las quite inmediatamente porque me parece que no hay nada más feo en esta vida que un hombre desnudo con las medias puestas. Así que yo directa, se lo digo: “Pero no, sácatelas. Me encantas, pero así no”.

—¿Qué pasa con el hombre que alardea antes del encuentro sexual? ¿No se arriesga a desilusionar después ?

—Siembras expectativas, cosechas ilusiones. El alarde generalmente es la persona tratando de hacerse ver más grande para aumentar su autoestima y sentirse más seguro, o más segura. Juega en contra porque siempre demuestra la inseguridad que hay detrás del alarde. Y si te funciona el alarde, te la están creyendo, estás generando una expectativa que seguramente no vas a poder cumplir.

—¿Existe mujer que no haya fingido alguna vez?

—Creo que no, alguna vez en la vida, aunque sea con la intención más pura de que (el otro) no se sienta mal. Las mujeres somos muy hábiles y muchas mujeres no sienten satisfacción sexual en la relación tradicional penetrativa, muchas sienten incluso que están mal y que tendrían que… Pues sí, por una razón u otra creo que todas hemos fingido.

“Estoy soltera, no solitaria ni aburrida” dice sobre su presente sentimental Alessandra Rampolla en un mano a mano con Teleshow.

“Estoy soltera, no solitaria ni aburrida” dice sobre su presente sentimental Alessandra Rampolla en un mano a mano con Teleshow.

—¿Cómo ves a las nuevas generaciones?

—Es interesante el manejo de los millenials porque con el tema sexual por una parte parecieran no estar tan interesados, están como muy volcados a la parte laboral, están aplazando el tema de armar pareja, andan con muchísima diversidad de oferta a través de redes sociales porque se manejan a través de allí. Pero eso lleva a relaciones que son menos profundas, difícil de conectar con el nivel de profundidad que necesitás si en verdad estás presente y te estás ocupando de una persona, no mirando la oferta de 700 que te pasan enfrente todo el tiempo. Eso contrasta con la intención, tal vez generalizada de esta generación, de no querer caer en los errores de sus padres, del divorcio. Hay toda una tendencia de no casarse y esperar a estar más establecidos, tomar mejores decisiones. Pero en el proceso se están diluyendo con toda la oferta y con todo el tindereo, y con todo esta nueva cuestión de que se gustean, se dejan de hablar. Es raro el manejo.

—¿Qué pasa con la mujer y este momento que se está viviendo en una gran parte del mundo, donde nos hacemos oír y reclamamos nuestros derechos? ¿Cómo se traduce esto en lo sexual?

Hay una total nueva ola de exigencia femenina, de que “Bueno, ya me enteré de que esto también es para mí, y entonces no voy a seguir estando ni tranquila ni contenta con que sea solamente para ti”. He visto mucha queja de mujeres en los 40 o 30 y largos, quejándose. No como tradicionalmente se piensa el hombre diciendo: “Ella no quiere, siempre tiene dolor de cabeza”. No, el marido que no tiene ganas y ellas que andan deseosas. Se da un cambio de paradigma socialmente fuera de la cama que siempre se va a traducir en la cama, porque habíamos estado con una diferenciación muy grande en la cama. Ya venía acostumbrado a un manejo y se lo están cambiando.

—¿El tamaño importa?

El tamaño importa no tanto como la gente piensa y no desde el lugar que piensan. Importa más el grosor del pene que el largo del pene. Siempre que hablamos en términos de tamaño se piensa en que el pene sea muy largo. El grosor del pene es lo que va a generar fricción en las paredes vaginales para el placer femenino dentro de lo que se puede generar placer en la penetración.

—Si tenés que dejar un consejo final para las mujeres, ¿cuál sería?

Cuidado con los dientes, chicas (risas). Esa es una muy importante. Porque las partes suavecitas y delicadas no queremos estarlas raspando ni rasguñando con los dientes. Y muchas veces hay descuido en ese aspecto. Y recuerden también la importancia de la estimulación testicular. Muchas mujeres se olvidan de incluirlo y es importantísimo como parte de ese juego genital. Ni hablar de que el cuerpo completo masculino esta lleno de zonas erógenas, y que a ellos les viene muy bien explorarlas porque ayuda también a retrasar todo el proceso y aumentar la tensión sexual, y que al final tenga un orgasmo más intenso.

—¿Y para los hombres?

Vamos a prendernos del Google Maps y vamos a encontrar bien dónde queda localizado el clítoris, para qué sirve y cuál es realmente su función, que es solamente dar placer. El hombre tendría que prestarle mucha más atención a sus proezas orales porque es la manera principal y más fácil en que va a hacer que una mujer pueda llegar a un orgasmo. Y muchos hombres no están cómodos ni sienten que tienen buena técnica en términos de hacer sexo oral dirigido a la mujer, un cunnilingus. También en parte es culpa de las mujeres que no hemos sido las más proactivas en dar instrucción y dirección. Muchas chicas se tiran, se recuestan como Cleopatra y ven (risas). Y tampoco es tener esa exigencia. Hace falta esa equidad real para que las mujeres también se puedan sentir a gusto diciendo “Esto es lo que yo quiero”, sin temor a ser juzgadas ni ser mal vistas por simplemente verbalizar lo que realmente quieren.

—¿Estás soltera, Alessandra?

—Estoy soltera, oficialmente (risas). Estoy soltera, no solitaria ni aburrida. No estoy en una relación de pareja estable. Estoy muy bien.

—Los hombres cuando se acercan, frente a toda tu sabiduría, ¿les encanta y vienen dispuestos a aprender, o los intimida?

—Creo que a la mayoría debe intimidarlos. Y los que no se intimidan y vienen muy lanzados, los veo a 10 millas y no me interesan porque volvemos a “siembra expectativas, cosecha ilusiones”. ¿Qué expectativa más grande que yo? ¡Qué horror!, soy la desilusión andante.

—Debe ser difícil…

—Yo pienso que quien está, pues no la pasa mal (risas). Para mí es muy importante en mi vida real, personal, sentir que la motivación realmente pasa por mí como mujer, que no tenga nada que ver con mi conocimiento como sexóloga ni conmigo por quien soy, profesionalmente. Porque es muy difícil poder llenar una expectativa de alguien que tal vez se ha ratoneado, quién sabe las ideas que se ha hecho. Y no sé si soy quien se imaginaron. Soy yo, y estoy muy cómoda y muy bien conmigo. Me manejo feliz de mi sexualidad. Y no es un rollo.

Opinión

El caso Jey Mammon y el abuso sexual: ¿qué dice la ley sobre la edad y el consentimiento?

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¿En qué casos hay delito? ¿Qué es el estupro? ¿Por qué el humorista insiste en que el denunciante tenía 16 años y no 14? ¿Cuándo hay consentimiento?
Jey Mammon fue denunciado por abusar de un joven de 14 años pero la justicia decretó la prescripción de la causa

La denuncia de abuso sexual contra Juan Martín Rago, conocido como Jey Mammon, generó debates de todo tipo en la sociedad y, por supuesto, en los medios. Genial, pensé yo. Siempre es bueno debatir estos temas y que el acusado sea famoso va a ayudar a despertar interés para informar y educar, en especial a los principales afectados: los niños, niñas y adolescentes a quienes debemos proteger.

Pero no. Salvo honrosas excepciones, el caso se convirtió en un circo y se manejaron altísimos niveles de desinformación y de irresponsabilidad: adultos que opinan aunque desconocen qué corresponde y qué no conforme a la ley, periodistas experimentados que se tuitean encima sin consultar antes a un abogado o abogada o sin abrir un Código Penal, noteros citando jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos sobre juicios por la verdad para delitos de lesa humanidad, panelistas dispuestos a definir la culpabilidad de una persona por lo que dice en un magazine de tv un “especialista en comunicación no verbal” e incluso gente que ni siquiera sabe cuándo comienza en nuestro país la mayoría de edad. “¡Eh, vamo’, che, si puede votar y manejar cómo no va a poder coger!”. Hasta eso hubo que leer.

No es difícil imaginar, en este contexto, cuánto pueden saber o entender las víctimas de abuso sexual infantil o qué tan informados están nuestros hijos e hijas para poder resguardarse de un depredador sexual. Y ni te digo si agregamos que la Ley de Educación Sexual Integral (ESI) de 2006 no se termina de implementar en todo el país a pesar de que es absolutamente trascendental.

Un informe de 2020 del Ministerio Público Tutelar de la Ciudad de Buenos Aires reveló que casi el 80% de las niñas, niños y adolescentes que denunciaron abusos lo hicieron luego de recibir clases de ESI. Sin embargo, un relevamiento que publicó en junio de 2021 la asociación civil FUSA AC, realizado a 397 jóvenes y adolescentes de entre 16 y 24 años en Jujuy, Salta, Córdoba, Buenos Aires y Río Negro, indicó que más del 21% no recibió ESI y que el 54% lo hizo solo en forma parcial. El 60% dijo que si bien tiene conocimientos, no los aprendió en la escuela. Y aunque más de la mitad de los encuestados pudo identificar situaciones de violencia, el 82% dijo no conocer a ningún referente escolar con quien contar en esos casos. La principal barrera identificada para la implementación efectiva fue la falta de formación docente.

Veamos, entonces, qué dice la legislación argentina sobre el abuso sexual, las edades y el consentimiento, más allá de si nos parece bien o nos parece mal.

Primero, el Código Civil y Comercial dispone que las personas alcanzan la mayoría de edad cuando cumplen 18 años y que se denomina adolescentes a quienes cumplen 13. Una persona de 16 años puede hacer un montón de cosas, incluyendo votar, pero no es un adulto. Es un adolescente. Y si tiene menos de 13 es un niño o niña.

Segundo, las relaciones sexuales consentidas entre adolescentes (13 a 18 años) no constituyen delito. En cambio, siempre es abuso sexual si la víctima es menor de 13 años, pues al ser una niña o niño no puede consentir. Esta es una presunción y es definitiva. No admite ninguna prueba en contrario y no es necesario ni siquiera considerar el problema del consentimiento y su prueba.

Tercero, por encima de los 13 años es posible mantener relaciones sexuales consentidas. Sin embargo, ese consentimiento no existe (aunque vayan de la manito por la calle cual novios) y habrá delito (estupro) si la víctima tiene más de 13 pero menos de 16 años y se prueba, además, un aprovechamiento de su inmadurez sexual porque el autor es mayor de edad (más de 18) o tiene una relación de preeminencia sobre la víctima (por ejemplo, es su maestro). En este caso no alcanza con el abuso simple (por ejemplo, tocamientos), sino que debe haber acceso carnal o un abuso gravemente ultrajante para la víctima. A diferencia de lo que ocurre con los menores de 13 años, no hay una presunción, sino que es necesario probar cada elemento que se alega.

Este punto es el relevante en el caso de Jey Mammon (más allá de que la causa ya está cerrada por prescripción). Por eso el humorista insiste, en su descargo público, en que el denunciante tenía 16 años. ¿Por qué? Porque si tenía menos de 16, la diferencia de edad con el agresor era lo suficientemente significativa como para que implicara un aprovechamiento de su inmadurez sexual (el humorista lo doblaba en edad) y, además, hubo acceso carnal, estaríamos hablando de un caso de estupro. La pena correspondiente sería de tres a seis años de prisión y, si se demostrara un grave daño en la salud física o mental de la víctima, de seis a diez.

Cuarto, es delito (corrupción de menores) promover o facilitar la alteración del desarrollo saludable de la sexualidad de una persona menor de 18 años. Este caso de perversión o seducción de niños, niñas o adolescentes se configura incluso si hay consentimiento y se agrava si la víctima es menor de 13 años o hay cualquier tipo de coacción o intimidación. También podría ser relevante en la denuncia contra Jay Mammon, más allá de que, como dijimos, está prescripta.

Quinto, hay abuso sexual sin importar la edad de la víctima ni del autor en los casos de violencia, amenaza, coacción, abuso de una relación de dependencia, de autoridad o de poder, o un aprovechamiento de la falta de consentimiento de la víctima (por ejemplo, porque está alcoholizada). El consentimiento debe ser libre, específico para el momento del hecho (no puede deducirse de comportamientos anteriores) y siempre es reversible (puedo decir que sí y arrepentirme luego durante el acto sexual). Si el denunciante de Jey Mammon pudiera alegar y probar la falta de consentimiento, también este supuesto sería relevante, incluso si el muchacho tenía más de 16 años.

Por último, un puntito sobre la prescripción (que desde 2015 se suspende mientras la víctima sea menor de edad): que Jey Mammon tenga un sobreseimiento firme por prescripción no significa que el hecho no haya existido. Lo único que nos dice ese dato es que la acción penal, o sea, la posibilidad de que se persiga penalmente al humorista, se extinguió por el paso del tiempo. Por eso el sobreseimiento por prescripción es el único caso en el que, según el Código Procesal Penal de la Nación, el juez o jueza no debe declarar que el proceso no afecta el buen nombre y honor de que hubiere gozado el imputado. Porque una cosa es la ley y otra cosa es otra cosa.

FUENTE : INFOBAE

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Opinión

La jueza que condenó a Videla por el robo de bebés: “Justicia es poner paz donde hubo dolor”

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La exjueza María del Carmen Roqueta aseguró que “justicia es poner paz donde hubo dolor” al recordar la condena a Jorge Rafael Videla por el plan sistemático de apropiación de bebés, en cuya causa intervino como presidenta del Tribunal Oral Federal (TOF) 6 que emitió el veredicto, y sobre aquel fallo histórico subrayó: “Creo que cumplí con mi trabajo”.

En una entrevista con Télam, Roqueta revivió la jornada del 5 de julio de 2012, cuando “en un día muy frío” el Tribunal que presidía leyó la última sentencia contra Videla, a quien condenó -junto a Jorge “el Tigre” Acosta, Reynaldo Bignone, el exmédico policial Jorge Luis Magnacco y otros- por “la práctica sistemática y generalizada de sustracción, retención y ocultamiento de menores de edad”.

Ante un nuevo aniversario del golpe de Estado de 1976, la exmagistrada reveló que al momento de leer el veredicto ella y los otros integrantes del TOF 6 “se sentían muy seguros” luego de haber estado “un año y medio trabajando”, pero confió que ese día al retornar a su casa tras el “tenso momento de la exposición” se encontró con su familia y entonces sí pudo, por fin, “bajar y llorar un poco”.

Roqueta se jubiló del poder judicial en 2017 y dos años después fue distinguida por la Legislatura porteña como personalidad destacada de los Derechos Humanos: se le reconoció su compromiso en la restitución de la identidad de menores apropiados durante la dictadura, a partir de su rol en el juicio por el plan sistemático de robo de bebés, una labor que para la exjueza implicó simplemente “cumplir con el trabajo” aunque al mismo tiempo, asumió, “quedó para la historia”.

Periodista: ¿Cómo vivió el día de la lectura de la sentencia, aquel 5 de julio de 2012?

María Roqueta: Internamente trabajé muchísimo, porque como jueza tenía que responder a la sociedad con un fallo que fuera objetivo. Habíamos logrado organizar bien el trabajo en el tribunal: los empleados y funcionarios del tribunal habían trabajado mucho. Después de las últimas palabras de los imputados, volví a mi despacho y me acuerdo que me saqué los zapatos y dije: “Bueno, ya está”. Pero faltaba ese otro momento, la lectura de la sentencia, en el cual uno, obviamente, como juez o jueza que está en el Tribunal Oral, pone mucho el cuerpo y se expone. Me acuerdo que me calmé. Bajé los niveles. Era difícil. Y leí, con la autoridad que correspondía leer semejante fallo. En definitiva, es lo que siempre digo: la justicia, en un estado de derecho, de alguna manera es poner paz donde hubo dolor.

P.: Fue un momento histórico.

M.R.: Creo que cumplí con mi trabajo. Sé que hay una mirada (de valoración) por haber hecho el juicio (sobre robo de bebés), como ocurre con todos lo que hemos trabajado con las causas de esa humanidad. Que sí, es cierto, quedan en la historia. Pero yo lo quiero tomar como algo cotidiano porque si no sería muy pesado.

P: ¿Cómo llegó a intervenir en la causa del ‘Plan sistemático de robo de bebés’?

M.R.: La causa por robo de bebés venía ya desde el año 1997. Una causa en la que no solo estaba imputado Videla sino varios que militares más. Eran 34 casos en los cuales íbamos desde el caso (Francisco) Madariaga (fallecido en 2020), que había sido apropiado y había aparecido, hasta el caso de (Victoria) Donda, que había sido apropiada. El máximo referente de todo ese plan era Videla y en el medio estaban (Jorge ‘el Tigre’) Acosta, (Jorge Luis) Magnacco, (Antonio) Vañek y mucho más. Teníamos testimonios de chicas embarazadas que habían parido en lugares donde había maternidades clandestinas: Campo de Mayo, el Pozo de Banfield. Había una práctica sistematizada. Pero para poder decir que hubo una sistematización había que analizar varios centros clandestinos: todo el circuito La Plata, el circuito de Campo de Mayo, ESMA. Y así tuve que armar el juicio, primero por cada centro clandestino y en cada centro, cada caso puntual y las testimoniales de la gente que había sobrevivido y contado lo que había visto. Después, con la anulación de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, comienza una nueva etapa. Y también con los fallos que saca la Corte Suprema en su momento, después de la anulación (de las leyes) que hace el presidente (Néstor) Kirchner y el Congreso acompaña. La Corte después dicta tres fallos fundamentales, uno a partir del espía chileno (Enrique) Arancibia Clavel, para decir que esas causas no habían prescripto, porque eran delitos de lesa humanidad y, como tales, no prescriben. El delito es tan terrible para la sociedad que eso no puede prescribir. Mi trabajo era trazar toda la línea de responsabilidad penal, como se llama en derecho penal, para llegar a los máximos, a los que dieron las órdenes.

P.: En esa oportunidad la Justicia estuvo a la altura. Así lo vivieron los organismos de DDHH y las propias víctimas. ¿Cómo ve usted ahora los debates sobre la justicia?

M.R.: El poder judicial debe volver a ser confiable. Tiene que haber una justicia ordenada, transparente, creíble y que tenga una mirada amplia de la sociedad, conociendo qué es lo que pasa y dónde se necesita ser efectivo, ágil, llegar a tiempo. Se han vivido y se viven momentos complejos, que no son de la mejor calidad de justicia que se pueda ofrecer, con diez jueces que hacen una instrucción y un juicio que está comprado o lo que sea. Se puede hacer persecución política, como se ha estado haciendo, pero eso no quita que hay un montón de gente que trabaja seriamente y pone todo para hacer las cosas bien.

P.: ¿Cómo decidió ser abogada y cómo entró en el Poder Judicial?

M.R.: Siempre tuve presente durante mi carrera, y en el ejercicio de mi profesión, la búsqueda de ejercer derechos y lograr, un poco, que se haga justicia. Esa fue siempre mi motivación principal en el marco del país que viví -los ’60 y los ’70- en el que, bueno, las injusticias existían. Un país que tenía proscripciones políticas. Yo me críe en un barrio muy sencillo, Valentín Alsina, y mis viejos eran personas de laburo. Por eso sentía la injusticia, pero mis viejos me enseñaron que la educación era una herramienta importante para avanzar en el camino que uno quería armar. Hace poco conversaba con una amiga que siente nostalgia de los ’70, pero los ’70 fueron terribles. Yo viví la etapa más terrible de la facultad de Derecho, con patotas caminando por los pasillos y compañeros y compañeras a los que se llevaban, que habían sido torturados en el decanato, cosas horribles. Uno no entendía muy bien qué era lo que estaba pasando porque creía que se los llevaban detenidos y en algún momento aparecían pero la realidad fue terrible, porque no aparecían nunca más.

P.: ¿Y cómo fue su ingreso al Poder Judicial?

M.R.: Yo me incorporé antes de la reforma del año ’94; uno acercaba su currículum y veía qué podía pasar. Yo venía de la calle, no pertenecía al Poder Judicial. De hecho, las veces anteriores en que había intentado entrar, una vez me discriminaron por ser mujer y otra vez, en la época de los radicales, por peronista; pero sobre todo por ser mujer, porque me interesaba mucho el tema penal. Porque aunque en la facultad de Derecho la mayoría eran mujeres, en determinados cargos es como muy, muy difícil, poder llegar a ser jueza, o ser fiscal, o defensora oficial. En una entrevista, por ejemplo, cuando yo tenía 27 años, el secretario me mira y me dice: “Vos sos joven, y sos mujer, y si tenés que verte con un detenido…” Yo le dije: “Yo soy una profesional preparada y uno elige también qué cosas hacer dentro de la profesión”.

P.: En este año se cumplen 40 años del regreso de la democracia. ¿Cómo vivió aquel momento?

M.R.: Quienes tenemos algunos años y recordamos ese 1983, en el que todo parecía posible con la vuelta a la democracia y había mucha ilusión, después fuimos viendo que no era tan fácil.

P.: ¿Qué opina del fuero federal?

M.R.: La justicia federal necesita, sobre todo, que sea modernizada. Hay que tener recursos y la mejor calidad de personas, pero calidad en el compromiso con la justicia para que no se haga algo contra el estado de derecho. Y hay que poner la mirada en el tema de género, porque el Poder Judicial está un poquito atrasado. No puede haber una Corte con cuatro señores (por Horacio Rosatti, Carlos Rosenkrantz, Juan Carlos Maqueda y Ricardo Lorenzetti). No voy a abrir juicio de valor porque son personas intelectualmente importantes, pero no puede ser una Corte en la cual no haya cuatro mujeres más, o cinco más. Pienso que en algún momento tiene que caerles la ficha y dejar de jorobar.

 

Andrea Holgado para Ambito

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Judiciales

No fue lawfare: mentiras y trampas en el juicio de Vialidad que condenó a Cristina

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Abogados que ocultaron tramos de documentos oficiales en que basaron las defensas porque lo omitido hundía a sus clientes. O que le enrostraron a la Fiscalía haber lanzado afirmaciones que en realidad nunca lanzó para confundir al tribunal o a la opinión pública. O que denunciaron la violación del derecho de defensa por no haber sido notificados sobre la incorporación de una prueba al expediente cuando sí fueron notificados. O varios peritos de parte y testigos que orillaron el falso testimonio con afirmaciones sesgadas. O empleados de Vialidad que… la lista continúa.

El Tribunal Oral Federal que condenó a la vicepresidenta Cristina Kirchner en la “causa Vialidad” reflejó en el fallo que difundió este jueves múltiples episodios en los que las defensas intentaron jugadas, como mínimo, polémicas. Tanto, que el tribunal le notificó lo ocurrido al Colegio Público de Abogados de la Capital Federal para que “fiscalice las temerarias intervenciones profesionales” y, acaso, aplique sanciones disciplinarias.

Esas “temerarias intervenciones” de los abogados reflejaron un contraste notorio entre las acusaciones de lawfare y lo que salió a la luz, con evidencias concretas, durante las audiencias del juicio oral, según surge de la sentencia de 1616 páginas que rubricaron los magistrados Jorge Gorini, Rodrigo Giménez Uriburu y Andrés Basso.

De hecho, el tribunal remarcó a lo largo del fallo que algunas defensas incurrieron repetidas veces en una “actitud estratégica de elegir los presupuestos de la acusación para luego poder defenderse de dichos extremos inexistentes”, lo que calificó como “una verdadera y despiadada lucha contra los molinos de viento”. ¿Por qué? Porque para algunas defensas, según el estimó el tribunal, lo más importante no se dirimía en las audiencias del juicio, sino en “la instalación de una narrativa en el plano extraprocesal”. Es decir, la difusión de un relato ante la opinión pública a través de los medios de comunicación y propaganda afines.

La lectura del fallo aporta numerosos ejemplos. Entre ellos, cuando los defensores de Cristina Kirchner, Carlos Beraldi y Ary Llernovoy, remarcaron que no había mensajes directos entre la entonces Presidenta y su secretario de Obras Públicas, José López, y esgrimieron esa ausencia como una prueba irrefutable de la inocencia de su defendida. “¿Esperaban que la Presidenta de la Nación chateara personalmente con López?”, se preguntó el tribunal. “¿Quién más que la entonces Presidenta, a través de su asistente personal, podría ordenarle a un Secretario de Estado que se hiciese presente en la quinta de Olivos o en Casa de Gobierno a una hora determinada?”, plantearon Gorini, Giménez Uriburu y Basso, para luego indicar que esa jugada defensiva era “realmente llamativa” y “manifiestamente endeble”.

El letrado de Lázaro Báez, Juan Martín Villanueva, fue, sin embargo, el que protagonizó más episodios cuestionablesc como cuando sostuvo que su cliente había sido un empleado bancario que ascendió en el escalafón hasta convertirse en el máximo ejecutivo del Banco de Santa Cruz, y le enrostró al fiscal Diego Luciani haber dicho que era mero “cajero” bancario.

Pero eso era falso. Luciani jamás lo dijo, aclaró el tribunal. “Si alguien utilizó ese término fue la propia defensa de Báez, la que puso ese concepto en boca de los Fiscales para luego poder cuestionarlo y probar un pretenso yerro tanto en el plano procesal como en el mediático”. Y más allá de eso, el tribunal le recordó que lo esencial del debate pasó por otro lado: ¿tenía Báez experiencia en la obra pública? Y allí tropezó su defensa: “El intento de la defensa técnica de Báez de presentarlo como un avezado directivo de una empresa constructora es directamente una farsa”, concluyeron los magistrados. Una y otra vez, empero, Báez y sus letrados incurrieron en “falsedades” o “falacias”, según el tribunal. Por ejemplo, cuando quisieron sostener que Austral Construcciones se constituyó en abril de 2003 y acusaron a los fiscales de “falsear” el acta constitutiva porque “no les servía la verdad”, lo que también levantó y difundió la maquinaria de difusión cercana al kirchnerismo. Pero en realidad, según verificó el tribunal, la Fiscalía tenía la razón, apoyado en un documento que así lo demostró y que conocían todas las partes. “Nos enfrentamos, una vez más, frente a un artilugio defensista cimentado en una nueva falsedad”, estimó el tribunal.

La diferencia entre el relato y las evidencias también quedó expuesta cuando se analizó cómo fue el proceso de recálculo en las obras otorgadas a Báez. La defensa invocó un informe que aportó la Dirección Nacional de Vialidad que calificó como “una prueba central” que demostraba “dos mentiras” de la Fiscalía y cuya solidez era “incontrovertible”. Pero, ¿qué pasó? Según el tribunal, la defensa incurrió en un “berenjenal comparativo” que lo llevó a esbozar conclusiones erróneas o, peor, “opuestas” a las reales.

“La treta”

Lo mismo, aclaró el tribunal, ocurrió cuando se analizaron la ampliación del plazo o las redeterminaciones de precios en las obras, entre otros ejes. “Una vez más, las defensas escogieron ellas mismas los ejes sobre los que ejercer su defensa, y en ese afán realizaron estruendosas y simbióticas alegaciones sobre la licitud del procedimiento, el acierto en los cálculos y el sacrificio económico que resultaba su aplicación para las empresas”, destacaron los magistrados, cuando en realidad lo nuclear pasaba por otro lado. “El yerro en el que caen las defensas […] se encuentra íntimamente vinculado al escandaloso sistema de aprobación de las ampliaciones de plazos y modificaciones de obras (por su automaticidad, inmotivación, falta de acreditación, justificación, control y fundamento, etc.) que lo antecedió, pues ahí residía la treta”.

Lejos de amilanarse, sin embargo, las defensas redoblaron la apuesta. También buscaron relativizar la importancia de que Báez tuviera tanta preponderancia en el reparto de la obra pública en Santa Cruz. Para eso plantearon que en cada provincia suele haber una constructora con mayor peso porque, por ejemplo, está localizada allí, con sus maquinarias y personal, lo que buscó probar el letrado de Báez con un documento que, según alertó el tribunal, “no cuenta con la totalidad del universo de obras financiadas y/o ejecutadas por la Dirección Nacional de Vialidad en el período en cuestión”.

El tribunal requirió entonces más información oficial y lo que obtuvo, lejos de beneficiar a los acusados, los complicó aún más. “La comparación completa y fundamentada en datos es apabullante”, destacaron Gorini, Giménez Uriburu y Basso, que se apoyaron en datos “objetivos y verificables” para evaluar la distribución de sus negocios, y deploraron lo que calificaron como “pseudos conocimientos especiales” que invocaron los letrados y que fueron levantados por los medios de comunicación más afines al Frente de Todos.

Testigos y peritos de parte

En otros tramos de la sentencia, el tribunal también criticó la actuación de varios testigos y peritos propuestos por las defensas. Entre ellas, una ingeniera designada como perito por la defensa de la actual vicepresidenta, Adriana Alperovich, quien para apoyar a quien la había contratado llegó a utilizar “bibliografía estudiantil guatemalteca, peruana y colombiana, sin precisar sus antecedentes, calificación y rigurosidad técnica”. Eran tesis de grado.

Eso no fue todo. “Sobrepasando los límites de la tarea pericial que le fuera encomendada”, Alperovich “omitió deliberadamente su abordaje completo y recurrió a normas, dictámenes y antecedentes que no resultan ni remotamente aplicables al caso”, indicó el tribunal, hasta ofrecer “una versión exculpatoria que no resiste el menor análisis técnico”. Pero su relevancia en los tribunales fue lo de menos. Su testimonio fue ensalzado por la defensa y levantado por los medios de comunicación afines como “la única que hizo un estudio serio” y “quien de manera fundada descartó la acusación de sobreprecio. En la misma línea, varios testigos quedaron bajo la lupa, como Daniel Semino o Laura Hindie, que durante el juicio intentó relativizar lo que ella misma, como jefa de Legales del Distrito 23° de Vialidad, había sostenido apenas nueve meses después de ocurridos los hechos. ¿Qué pasó en el medio? Que asumió como diputada por el Frente de Todos. Para el tribunal, su giro resultó una “calculada y casi frívola mutación” que la llevó a modificar “su percepción de los hechos de manera infantil y con un sentido de la oportunidad asombroso”. Pero en las usinas de propaganda fue presentada como “una testigo fundamental”.

Como el de Hindie, los defensores y medios afines al kirchnerismo también propalaron el testimonio de Justo Pastor Romero, un auditor de Vialidad Nacional que al declarar durante el juicio oral “escondió en su fundamentación un error de base” conceptual, según el tribunal, y lanzó “temerarias interpretaciones” sobre un informe, “totalmente opuestas a las aclaraciones que realizaron sus hacedores en relación a sus alcances”. Y otra vez se repitió la dinámica: los magistrados desconfiaron de su credibilidad, al punto de indicar que les pareció que estaba “constantemente repitiendo un libreto”. ¿Y los medios de propaganda oficialistas? Lo definieron como “otro testigo demoledor”.

Columnas y notificaciones

Sin embargo, el tribunal estimó que no sólo ciertos testigos parecieron seguir un libreto propio. También la defensa de Báez editó el contenido de los “reporte por certificación de obra” que expuso durante el juicio. “Para empezar, [el material] se trata de una muestra parcializada del informe en cuestión”, alertaron los magistrados, que lo compararon con el informe completo. “Como puede verse de una simple comparación, 6 columnas han sido suprimidas del documento en ciernes”.

Pero si el uso de información parcial o manipulada durante un juicio resulta cuestionable, casi todas las defensas incurrieron en otro error, decisivo en el resultado final del proceso. Ocurrió cuando se incorporó a la “causa Vialidad” evidencias de otra investigación, la 12.441/2008. Es decir, el contenido de los teléfonos de José López; en particular, los mensajes que el exsecretario de Obras Públicas cruzó con los secretarios privados de Cristina Kirchner, Máximo Kirchner, Báez y su alfil en Austral Construcciones, Julio Mendoza.

La tormenta se desató cuando el fiscal Luciani usó esos mensajes en su alegato de manera intensiva. Las defensas clamaron que se violaba el principio de defensa en juicio de sus clientes y que jamás habían sido notificados sobre el eventual uso de ese material, lo que amplificaron sus canales habituales de difusión y propaganda, donde se afirmó que era “una prueba introducida silenciosamente en el juicio”, sin que las partes pudieran objetar su inclusión.

La realidad fue, otra vez, distinta. Así lo expuso el tribunal en su sentencia: “Las alegaciones introducidas por algunas defensas en torno a la supuesta sorpresa que habría significado para esas partes el hecho de conocer el contenido de esa prueba recién durante el alegato de clausura fiscal resultan completamente inadmisible”. ¿Por qué? Porque la Fiscalía pidió incorporar ese material al expediente mucho antes del inicio del juicio, todas las partes fueron notificadas de su interés e invitadas a compulsar ese material, que quedó a disposición de todos desde noviembre de 2017, tanto en la sede del tribunal como en forma digital.

Dicho de otro modo: las defensas sí fueron notificadas sobre el eventual uso de los teléfonos de López como prueba, pero no reaccionaron. Para el tribunal, la conclusión es tan clara como tajante: “Independientemente de si se trató de una decisión deliberada o una negligencia en el ejercicio del ministerio de la defensa, lo que de ninguna manera puede permitirse es atribuir ni vincular esa supuesta sorpresa con el comportamiento procesal que ha tenido este tribunal”.

 

 

Hugo Alconada Mon para La Nacion

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