Cualquiera sea la extensión en el tiempo y el espacio del conflicto Rusia-Ucrania hay cosas que cambiarán para siempre. Y nuestra ciudad vera las consecuencias de ese cambio.
El mundo ya no será el mismo después del conflicto entre Rusia y Ucrania. Y esto será así cualquiera sea el tiempo en el que hablen las armas y el desarrollo territorial del avance de las fuerzas de Putin.
Ni siquiera tendrá importancia si, como en tantos lugares del planeta, nos enfrentamos a una de esas desgastantes guerras regionales que terminan convirtiendo a los países elegidos en campo de batalla de las grandes potencias para medir fuerzas, probar armamentos y quedarse con sectores estratégicos para la economía del mundo.
En Ucrania hay abundancia de hierro, carbón, manganeso, gas natural, petróleo, sal, azufre, magnesio, grafito, titanio, caolín, níquel y mercurio. Eso solo representaría un aliciente más que suficiente para la tentación de unos y otros por dominar la región.
A lo que debe agregarse que en materia alimentaria es el primer exportador de girasol y aceite de girasol del mundo y es el segundo productor mundial de cebada.
En todos los rubros es por lo tanto un país capaz de influir en el precio de los commodities, con todo lo que ello incidirá en la economía argentina.
Pero Mar del Plata tiene hoy condiciones especiales para poder sacar rápido provecho del nuevo escenario y convertirse en una alternativa importante a los efectos recesivos que el conflicto tendrá en el mercado de los alimentos y la energía.
Ayer nomás hablábamos de la necesidad de resolver cuanto antes la cuestión de la explotación off shore de petróleo ante nuestras costas. (Ver: El debate sobre petróleo en la costa toma hoy otro camino).
Si siempre fue importante saber los verdaderos alcances del proyecto y los riesgos y/o seguridades emergentes, ahora se convierte en urgencia estratégica convocar una comisión de expertos de autonomía indubitable y resolver rápidamente los pasos a seguir.
Con necesidades insatisfechas de abastecimiento, incremento del petróleo a nivel mundial -lo que puede llegar a mantenerse durante bastante tiempo- avanzar en la producción de gas y petróleo es una necesidad que en algún punto puede emparentarse con la supervivencia.
Pero eso no es todo: en el plano de los alimentos hay oportunidades al alcance de la mano y acechanzas que deberán tenerse muy en cuenta y en las que terminar con la grieta y trabajar en conjunto con el gobierno nacional y el provincial se convierte en una cuestión de estado que nos involucra.
Veamos si no:
Ucrania es el tercer productor mundial de papas, según datos del Centro de Inversiones de la FAO actualizados a 2019. Semanas antes de iniciarse la invasión había acordado con la Unión Europea integrarse como proveedor de todo el continente, incrementando con aportes económicos de los países miembros el aumento de la superficie sembrada y la producción.
Teniendo en cuenta la riqueza de nuestra zona para el cultivo del tubérculo no sería descabellado despachar ya una delegación comercial -que bien podría ser intentada desde la Secretaría de Producción del municipio-para explorar la posibilidad de cubrir parte de ese cupo que Europa necesita por la caída dramática de la producción en países como España e Italia por razones climáticas, y así abrir nuevos mercados.
Más acotadamente, por las regulaciones extremas impuestas por el gobierno nacional, la zona agrícola de General Pueyrredon podría convertirse en complemento de lo que seguramente cambiará en un país con el que comparte explotaciones y que ahora verá disminuida su capacidad productiva.
Ucrania es primera en el mundo en exportaciones de girasol y aceite de girasol, cuarta en materia de producción de cebada y en materia de exportaciones del mismo cultivo, quinto productor y cuarto exportador de maíz del mundo.
Y además quinto lugar en el mundo en producción de abejas (75 mil toneladas) y en exportaciones de trigo ambos items con sostenido crecimiento en nuestra zona rural.
Ucrania puede satisfacer las necesidades alimentarias de 600 millones de personas en el mundo y se calcula que la extensión del conflicto y un esperable bloqueo por parte de Rusia la obligaría a concentrar sus esfuerzos en el propio abastecimiento, incumpliendo compromisos en materia de energía y alimentos con más del 40% de sus clientes. El compromiso de la OTAN de no intervenir militarmente acota mucho las chances de poder sostener la producción interna y el tránsito comercial.
Pero tal vez el rubro en el que mayor atención debamos ahora poner sea el de la pesca.
La suba del precio de los alimentos en el mundo y el telón de fondo de la verdadera crisis -la lucha entre EEUU por el control comercial del mundo y la intención de Putin de instalarse como tercer en la mesa de las decisiones- va a potenciar la guerra por los mercados y las prácticas ilegales que desde el país asiático ya se han convertido en habituales. Todo hace suponer que en los próximos meses, muy especialmente a partir de fines de abril, la presencia frente a nuestras costas de la flota pirata china va a multiplicarse y lo que hoy es una pesca a mansalva va a convertirse en una verdadera masacre.
¿Alguien está haciendo algo para evitarlo?…
Y aunque parezca un pecado mortal -entendible en un escenario que ha cambiado- ¿alguien busca hoy algún acuerdo de asociación que permita una captura planificada, no depredadora y con buenos resultados económicos y creación de fuentes de trabajo para la ciudad?.
Porque todo ha cambiado y los juicios de valor deben hacerse en base a realidades: así como el crecimiento del precio del gas y del petróleo nos interpelan para resolver lo antes posible la cuestión de la exploración y explotación ante nuestras costas, la oportunidad de facturar con la venta de alimentos nos obliga a buscar socios y oportunidades hasta ayer impensadas.
Como solía decir Aristóteles…«la única verdad es la realidad».
POR ADRIAN FREIJO
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