Más allá de tener un alto porcentaje de la población con el esquema de vacunación completo, en la Argentina sigue creciendo la cantidad de pacientes con coronavirus que terminan en unidades de terapia intensiva.
Mientras el mundo reconoce que la variante ómicron es mucho más contagiosa pero menos letal, por un lado por el avance de las campañas de vacunación y por el otro por el impacto que esta variante tiene en las zonas superiores de las vías respiratorias por sobre los pulmones, la Argentina está transitando un período de creciente cantidad de pacientes que terminan en unidades de terapia intensiva.
A pesar de tener un alto porcentaje de la población con esquema completo de vacunación, se han multiplicado por 4 la cantidad de internados en unidades de terapia intensiva en las últimas cuatro semanas, y se han duplicado los internados en los últimos diez días.
En números concretos, había 930 internados el 23 de diciembre. En los primeros 7 días del 2022 se sumaron más de 670 pacientes con COVID en las UTIS de todo el país. El 7 de enero ya se registraban 1680 pacientes internados, y en el día de hoy se informaron 2.406 casos de COVID confirmados internados en en unidades de terapia intensiva.
Además, no es un dato menor que hoy también se informaron 139 fallecidos, la cifra más alta en cuatro meses.
Más allá de que dos terceras partes de los que están allí tienen una sola dosis o ninguna, lo cierto es que más de un tercio de los internados tiene el esquema de vacunación completo, y algunos inclusive ya con dosis de refuerzo.
Independientemente de lo marcado, la mayoría de la comunidad médica sostiene que son pacientes con factores de riesgo cuya vida se pone en peligro al contagiarse de coronavirus, aunque no necesariamente ese riesgo se debe al coronavirus.
En esta nueva etapa de convivencia con el virus ya no hay espacio para imponer restricciones, más allá de algunas muy tenues para evitar las grandes aglomeraciones de gente, decisiones que han tomado varias jurisdicciones en el país, aunque todos con la impronta de no hacer mella en la temporada turística (a propósito del andar de la economía y cuidar las cuentas provinciales y el humor social).
Un elemento que no cayó nada bien en la comunidad médica fue que a propósito justamente de poder atender a los pacientes, el Gobierno tuvo que tomar la decisión de, aún con COVID positivo pero sin síntomas, el personal de salud afectado siga trabajando si tiene las dosis de refuerzo, de manera tal que los recursos humanos estén a la hora de tratar pacientes, ya que en algún punto se resintió fuertemente la atención en virtud de la cantidad de contagios y aislamientos por contacto estrecho. Como en tantas otras áreas, y actividades económicas durante las últimas semanas.
Cierto es también que en la Argentina jamás se testeó lo suficiente, y que en medio de los relajamientos de las restricciones, muchos terminaron también por relejar los cuidados. Al día de hoy, el cuidado ha quedado más en manos de la responsabilidad individual que en decisiones de política sanitaria.
Argentina nunca tuvo un tablero de control eficaz, y tampoco lo tiene hoy. La diferencia es que el Gobierno dimensionó los problemas de una cuarentena medieval, y asume los profundos límites que le pondrían restricciones que ya pocos acatarían.
FUENTE : MDZOL.COM
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