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Sociedad

Hermenegildo “Menchi” Sábat 1933 – 2018

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 El caricaturista y artista plástico Hermenegildo “Menchi” Sábat, reconocido por sus dibujos políticos en Clarín, falleció anoche mientras dormía. Tenía 85 años.

El querido dibujante había nacido en 1933 en la ciudad uruguaya de Montevideo y llegó a Buenos Aires en 1965, tras abandonar su puesto de secretario de redacción del diario El País.

Colaboró entonces en las prestigiosas revistas Primera Plana y Crisis y también en el diario La Opinión.

Desde 1973 era el caricaturista por excelencia de Clarín.

Durante su enorme trayectoria recibió premios internacionales destacados, como el Moors Cabot de la Universidad de Columbia, por sus dibujos durante la dictadura militar, y el de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI), que le entregó el mano el Nobel de Literatura Gabriel García Márquez.

El año pasado, además, le fue otorgado el Konex de Brillante por su trayectoria. “Espero que estas cosas ayuden a otros a trabajar con ilusión”, dijo en esa oportunidad, emocionado hasta las lágrimas, y rodeado por sus compañeros de trabajo, que luego hicieron fila para abrazarlo.

Ayer, como todos los días, a la tardecita, Menchi se fue de la redacción. Como siempre, vestía saco y corbata y saludó a todos los que cruzaban su camino. “Chau, maestro”, lo saludaron. “Murió mientras dormía”, señala Clarín.

Estaba casado con Blanca y tenía dos hijos, Alfredo y Rafael.

Sábat para armar (de una entrevista con Educ.ar)
Cuando un taller de arte está vacío -sin los alumnos, sin la modelo, sin los fantasmas de los pintores amados- uno siente sin embargo que un duende o tal vez un ángel andan cerca. Hermenegildo Sábat(67) puede ser visto acaso como una rara mezcla de ángel y duende. Hosco y obstinado como una roca dura, pero a la vez sensible y transparente como el agua blanda, el artista camina casi sin hacer ruido entre mesas y tableros. Desde las paredes lo miran fijo sus propias caricaturas de Troilo, Picasso, Groucho Marx, García Lorca, Brecht y naturalmente el célebre trompetista Duke Ellington. Pero él está demasiado concentrado como para prestarles atención. Apenas si levanta la vista cuando, también desde la pared, su inimitable versión de Marilyn Monroe parece guiñarle un ojo. En las estanterías de los costados duermen sus libros (Scat, Seré breve, Vernissage y Tango mío, entre otros) y los de unos cuantos grandes artistas de todas las épocas, como el exasperado y procaz Egon Schielle, o el refinadísimo retratista alemán Hans Holbein.

Mientras en el equipo de música suena casi en sordina un viejo tema de Charlie Parker, el maestro pinta en silencio, como abstraído. Obviamente no le gusta hablar, y para explicarse sin dejar de ser coherente, señala hacia un costado, con el dedo, una de las incontables frases que tiene pegadas en un panel de telgopor: Calle, la palabra mata el sentido creador. Era un consejo que Ernest Hemingwaysolía darles a los escritores excesivamente locuaces. Cuando se lo interroga una vez más sobre el carácter editorial de sus ilustraciones periodísticas -ya que ningún entrevistador que se precie de tal debe evitar las preguntas obvias- Sábat se hace el distraído y dice: “Yo no voy a poner palabras para hablar de algo que no tiene palabras”. Tiene razón. Si al poeta Raúl González Tuñón lo dibuja con alas de ángel y al ex dictador Pinochet lo presenta con colmillos de lobo y manchas de sangre alrededor -o a Galtieri con una eterna copa de whisky en la mano- poco o nada hay que agregar. Como contrapartida, el rostro sin rostro de los desaparecidos asoma como carne viva y acusadora en el papel.

¿Cuál es, finalmente, el verdadero Sábat? ¿El filoso caricaturista que echa a volar sus broncas y alegrías cada mañana a la manera de un periodista mudo, o el delicado artista que expuso sus pinturas, paisajes y retratos en el Museo Nacional de Bellas Artes en 1997? Entre ambas opciones lo mejor es elegir las dos. Porque la obra múltiple del señor Hermenegildo no admite esos burdos encasillamientos. Sábat, además, ni siquiera necesita la opinión de los habitualmente aburridos críticos de arte. Sus expresivas, sutiles y contundentes pinturas existen como verdades irrefutables. Y sus caricaturas no tienen igual. En unas y otras sobrevuela además la marca de la desobediencia, otra virtud entre las muchas que caracterizan a su inspirado hacedor.

“Yo dibujo con el corazón en llamas”
¿Todavía le preocupa saber si es buen pintor?
Lo que siento ahora es que vengo progresando en mi camino de autodidacta, que por supuesto no se lo recomiendo a nadie. Todo se hace más lento y surgen dificultades a la hora de determinar qué cosas son vivencias y cuáles meras apariencias. Yo no sé si pinto bien, pero sé que lo que estoy haciendo me representa. Y no es poco.

Etimológicamente hablando, la palabra “arte” alude justamente a un modo muy propio de ser o existir.
Sí, y ese ejercicio se relaciona también con el respeto por los artistas que trabajaron antes. Y el respeto por uno mismo también.

¿Qué quiere decir exactamente?
Veámoslo así: yo pienso que potencialmente todos somos artistas, todos tenemos la posibilidad de convertirnos en creadores. Claro que después viene la escuela y las presiones familiares, los mandatos sociales y esas cosas, que frustran muchas vocaciones ocultas. En realidad, la gente siente que en ninguna parte es respetada. Por eso, cuando percibe una actitud diferente, se abre la camisa y vuela como Superman.

Uno podría pensar que si un Superman real hubiese nacido en la Argentina, tarde o temprano lo bajarían de un hondazo.
Es cierto, acá no se estimula a la gente. Y si alguien levanta vuelo, sólo genera envidias y recelos a su alrededor. Otro problema grave que yo veo en la Argentina es la pésima educación artística que hay.

¿Se refiere a la forma en que se les enseña a dibujar a los chicos?
Por ejemplo. Siempre es bueno recordar eso que decía Picasso de que a los noventa años le hubiese gustado aprender a dibujar como un niño. Pero qué pasa, aquí a los chicos ni siquiera se les enseña a agarrar el lápiz. No se les demuestra que si uno toma el lápiz desde el extremo superior puede dibujar con más libertad, y que si en cambio lo agarra cerca de la punta inferior ni siquiera ve lo que está dibujando.

En todo caso eso se puede rectificar. Hay cosas todavía más graves, como la idea tan difundida de que el arte es algo serio y aburrido, o que es privilegio de la gente paqueta y supuestamente culta.
Mis mejores alumnos del taller no tienen un peso y por lo general tampoco tienen acceso a las grandes obras de arte que se exponen en el mundo. Y eso para no hablar de Van Gogh, que sólo vendió un cuadro y a su propio hermano. Ahora sus obras se venden a veces por más de cien millones de dólares.

Curiosamente los medios locales suelen interesarse por el arte cuando un cuadro de Van Gogh o de Frida Kahlo se vende a precios muy altos. El cuadro en sí como mensaje o producto artístico parece un tema completamente secundario al lado de su valor expresado en millones de dólares.
Eso es así porque vivimos bajo el imperio de la pavada. Entonces la gente sabe que Van Gogh se cortó una oreja, pero desconoce su obra, sus angustias, sus formas de pintar o dibujar. Ahora se sabe de los artistas lo que menos importa, si se emborrachaban, si salían con tal o cual mujer, si Mozart era perseguido por la sombra de Salieri o si se dormía en los conciertos. Preguntan: ¿estaba enfermo Charlie Parker? Cuando acaso deberían preguntar al revés, ¿qué hubiera hecho Charlie Parker si no se hubiera enfermado?

¿Y qué hubiera hecho?
Eso a mí no me importa. Me basta con la genialidad de su música.

“La felicidad es una verdad que sobrevive”
¿Por qué sus caricaturas son mudas?
Eso viene de cuando trabajaba en La Opinión, que es el diario que de alguna manera me hizo conocido en todas partes. Mi condición para trabajar allí fue que mis dibujos carecieran por completo de palabras.

¿Cuál es su problema con las palabras?
Es que aquí la gente se pelea por las palabras y no por las ideas. Además me parece que de ese modo yo puedo decir un montón de cosas que si estuvieran por escrito me impedirían seguir trabajando. Cuando se hablaba por ejemplo de las relaciones carnales con Gran Bretaña y Estados Unidos yo dibujé a Di Tella con los lienzos por el piso. Creo que en ocasiones el silencio es preferible al caos y al vacío. Además el trabajo creador se enriquece cuando hay concentración y tranquilidad. No siempre el que calla está otorgando.

¿Se considera un hombre feliz?
Sí, trabajo en lo que me gusta, estoy acompañado por el amor de mis hijos y mi mujer. No me puedo quejar.

Hay gente que dice que sólo se puede ser feliz por brevísimos instantes.
Es probable. Pero tampoco creo que uno pueda ser feliz por obra de un arrebato. Hay una acumulación de vivencias y cuestionamientos, como las capas que se superponen en un cuadro. Abajo van aflorando las capas anteriores, y la felicidad es un resultado de todo ese proceso de vida acumulada, de incorporaciones y descartes, acaso como una verdad que sobrevive al autoengaño y la mentira que nos rodea.

¿Cree que los artistas están más cerca de esa verdad que el resto de las personas?
Ellos son diferentes, tienen otro tipo de preocupaciones. No digo que eso los haga mejores, pero al menos ofrecen un ejemplo, sobre todo en una sociedad como la nuestra, acostumbrada a vivir de una manera vulgar, yo diría que groseramente materialista.

Del jazz a la música clásica
A usted se lo asocia mucho con el jazz. ¿Se puede decir que es un fanático del género?
He dibujado a músicos de jazz, y escribí muchas notas al respecto. Pero también escucho música clásica, especialmente Brahms y Mozart. No me interesa estar muy actualizado en ese terreno. Siempre digo que no se puede estar en todos lados al mismo tiempo. A la mañana vengo al taller, trabajo siete u ocho horas, después voy al diario donde me gano la vida, y finalmente doy clases y aprendo francés dos días por semana. Es todo lo que puedo hacer.

¿Siempre trabajó en diarios?
Bueno, desde que dejé Uruguay, al cumplir los 31 años, y llegué a Buenos Aires, mi aspiración siempre había sido trabajar en un diario para así poder pagar mi arte. Ése era mi proyecto. Después aprendí a sacar fotos, a redactar y a diagramar. Me convertí de hecho en un periodista. En Montevideo, en 1965, llegué a ser secretario de redacción de El País. Pero cuando alcancé esa supuesta meta decidí patear el tablero, quemar las naves y venirme para la Argentina.

¿No se sintió un irresponsable haciendo eso?
No, porque de lo contrario me hubiera convertido en un burócrata, y ésa no era la idea.

¿Quiere decir por ejemplo que ser jefe de redacción de un diario es algo así como convertirse en un burócrata?
Quiero decir que yo no sirvo para decirle a alguien que me traiga un café. Y mucho menos para sugerir que a tal o cual tipo hay que echarlo del diario. No soportaría verme en esa situación.

¿A usted ya lo echaron de algún lado?
Aquí en Buenos Aires muchas veces. Tanto que una vez estuve a punto de volverme a Uruguay. Una vez el dueño de una agencia de publicidad me llamó para decirme que me tenía que ir pero que yo era un gran tipo. Yo le repliqué: “No sea hipócrita, usted me está echando”. Cuando te quedás en la calle, esta ciudad puede llegar a ser muy dura. En la intemperie no hay ningún reparo. Por eso siempre digo que vivir de la vocación no es un privilegio sino una condena.

¿Por esa razón sigue trabajando en Clarín?
Las razones son varias. En primer lugar, yo no sé moverme hábilmente en el mercado de arte. Y en segundo lugar, el hecho de haber estado ocho veces en la calle, me marcó mucho, yo diría que demasiado. En última instancia no creo que el trabajo público de periodista sea algo de décima categoría. Es algo muy respetable y digno.

Algunos escritores que en sus inicios trabajaron en diarios, como por ejemplo Hemingway, solían decir que el periodismo es algo con lo que hay que saber cortar a tiempo.
De acuerdo, pero otro procedimiento podría ser no mezclar las cosas. Cuando uno trabaja en un medio de gran penetración hay que dividir claramente qué es lo que uno quiere hacer. Yo sé que en el diario me gano la vida. Eso es todo.

Me parece que está subestimando su perfil periodístico. Muchos de sus dibujos “de circunstancias” han hecho historia.
De acuerdo, pero eso se debe a que yo me siento más seguro dentro del diario haciendo un trabajo combativo que un trabajo conformista. Cuando encaro un dibujo no puedo dejar de recordar que va a ser visto por un millón de personas. Por eso, cuando dibujo, trato de mantener el corazón y la cabeza hirviendo, y la mano helada.

Historia de un nombre
¿De dónde sale el sobrenombre Menchi?
Es como un diminutivo cariñoso de Hermenegildo. Mencito, Menchito, Menchi… Qué le vamos a hacer, el nombre es una carga que se lleva durante toda la vida.

¿Le pesa llamarse Hermenegildo?
No especialmente. Además, con esta cara, ¿qué nombre cree que puedo merecer? Mi abuelo se llamaba así. Lo que seguro no me hace ninguna gracia es ver, en el cementerio central de Montevideo, mi nombre grabado en esa lápida. Pero me divierte siempre recordar una anécdota que viví cuando conocí a Blanca, mi actual mujer. “Yo sé que a vos te dicen Menchi -me encaró- pero quisiera que me digas cuál es tu nombre verdadero. ¡No me vas a decir que te llamás Hermenegildo o algo así!”

A juzgar por los años que llevan de casados, parece que su nombre no fue un obstáculo para conquistarla.
Parece que no. Blanca me lleva aguantando ya treinta y seis años. Tuvimos dos hijos, Rafael de 34 años y Alfredo de 31. No somos abuelos todavía pero vivimos bastante bien.

¿Tuvo muchos amores antes de conocerla?
No, yo diría que ninguno. Ella fue mi única novia. Me la presentaron en una fiesta en la que caí por accidente, acompañando a dos hermanas. Blanca era de Colón, un barrio de Montevideo. Cuando me conoció todavía no había visto mis dibujos. Para esa época yo vivía en el barrio de Pocitos.

Cerca de la playa.
A tres cuadras. Ése es uno de los grandes privilegios que tienen los montevideanos. La playa siempre está a un paso y es un elemento muy fuerte de integración social. Y lo bueno es que la costa puede ser utilizada por todo el mundo; no pertenece a nadie en particular. La gente está liviana de ropas y nadie se ve obligado a fingir lo que no es.

Creo haber leído que a fines de los cincuenta usted fotografió a una mujer completamente desnuda por la calle y en pleno día…
Sí, y para colmo esas fotos fueron publicadas. Desde entonces me sentí tan mal que no volví a tocar una cámara por diez años. Montevideo tiene esas cosas verdaderamente maravillosas.

Parece como si hablara del mismísimo paraíso.
Hablo en realidad de esa infancia feliz que tuve en Pocitos. Mi padre era profesor de literatura, un intelectual que llegó a ser director general de la enseñanza secundaria en Uruguay. Mi vieja era porteña y lo acompañó siempre. Yo estudiaba y cuando podía iba a la playa.

¿Fue un buen alumno?
No, creo que como estudiante dejé bastante que desear. En realidad yo quería dibujar, y nada me importaba más que eso. Una vez, cuando tenía 16 años, escuché a una chica decirles a sus amigas: “Menchi es una sola cosa”. Y creo que tenía razón. A veces pienso incluso que todos somos una sola cosa, algo que se puede ampliar, estancar o frustrar. Pero que siempre está ahí como una marca, como una posibilidad.

 

Ver también: Solidaridad con Hermenegildo SábatDurmiendo con el enemigoSábat, Cristina y VerbitskyNo empecemos
El ensayista
Sábat, aunque mucha gente no lo sepa, es poeta y ensayista. En este último rubro abordó muchos de los temas que lo obsesionan: el tango, el jazz, la hipocresía de algunos políticos, la salvación del alma por el arte. Adioses tardíos recoge acaso los mejores de esos trabajos.
Sábat eligió para educ.ar los textos que siguen:

Uno/ Ser artista
Las letras de tango y, de una manera más amplia, la picardía criolla han devaluado el sentido genérico de la palabra “artista”. Los diccionarios se remiten a pontificar: persona que se dedica a una de las bellas artes (con minúscula). Cuando se trata el tema entre gente ilustrada, el Artista (con mayúscula) es alguien que se ha ubicado más acá de las bellas artes, las ha trascendido y, como hubiera dicho Duke Ellington, está más allá de cualquier categoría. Es probable que el o los conceptos sobre mucho de lo ya sostenido estén al borde de la autodestrucción, pero es indudable que los principios éticos y la espontaneidad de sentimientos todavía y por un largo plazo van a seguir ayudando a quien posea, además, talento y lo que hay que tener.

Esa falta de respeto por el artista y la innegable superficialidad con que se los juzga, o, mucho peor, los remedos a que nos pretende acostumbrar la cultura del shopping center obligan a insistir recalcando, quizás, lo obvio.

El aspirante a cualquier taller, escuela, estudio o similar, casi siempre está más preocupado por la gratificación otorgada a obras propias que por la comprensión de lo que hizo.

Las urgencias, limitaciones y falta aparente de oportunidades son ciertas y evidentes, en Montevideo y también en Buenos Aires o cualquier otra ciudad más o menos opulenta. Resulta incómodo afirmar que las oportunidades no se ofrecen, se advierten.

Pero no hay que desesperar: es posible ser honesto, espontáneo, buen amigo y también un profesional capaz de pagar impuestos, educar hijos, no descreer de ideologías y cosmovisiones y al mismo tiempo ser propietario de algún espacio para vivir y tener la desgracia de viajar y conocer otros espacios y demás ámbitos.
Esto no significa transformarse en un burgués archiconsumista, sino transitar tres etapas, las que cualquier aspirante a artista (con o sin mayúscula) debe recorrer.

Nadie debe sentirse infradotado ante esta advertencia. Cualquier visteo hecho por un aspirante rápido lo conduce con corrección a discriminar una tiza (o pastel) de un pomo de acuarela, y un papel de una tela. Eso no constituye desde ya suficiente argumento para afirmar: “A mí no me gusta la acuarela”, como si se tratase de un algún plato de cocina que afecta al hígado. O, con defensa tan poco plausible, rechazar la tela porque no se ha usado.

Hay que dibujar con lápices duros, grasos, blandos, de colores, carbonillas duras, blandas, sanguinas, barras litográficas, lapiceras con plumas (sí, esas que se usaban en las escuelas) todas las plumas que se encuentren, pinceles de todo tipo y mezclarlos con tintas, acuarelas (de lata o de pomo), acrílicos (con su médium correspondiente, nunca con agua), óleos, pintura de tarro, todo. Pero no todo a la vez. Hay que tener curiosidad por los materiales e investigar sin esperar consejos ajenos. No hay que ser autodidacta. Se pueden confundir ciertos avances “interiores” con descubrimientos elementales. No hace falta ser atropellado por un camión para enterarse de que no se cruza una calle cuando en el semáforo está iluminado el sector rojo. Tampoco el conocimiento teórico estricto es garantía para compartir el Olimpo con los elegidos post mortem, pero ayuda.

Si se ha logrado una amistad con los materiales (en lo posible íntima), hemos abandonado el primer escalón y nos encontramos, súbitamente, en una meseta que es casi seguro nadie podrá recorrer por completo. Aun así, es obligatorio conocer sus barrios, y, muy especialmente, sus salas de espejos. Una visita guiada nos ilustra, recién ubicados en la meseta, que uno de los más grandes artistas del siglo, don Henri Matisse, siempre temblaba delante de una tela virgen.

Si no le gustan las telas blancas, píntelas de negro, pero no haga como Barnett Newman, un neoyorquino que las firmaba. No limite sus dudas; si no le gustan las telas pruebe con otros materiales, pero es probable que en algún momento se encuentre sin saber qué hacer. Ese instante es positivo. Hay que generar un sistema de trabajo, que conducirá, sin dudas, a una disciplina, nunca a una rutina. Si se reconocen esos momentos, que inevitablemente suceden, podrá sentirse la tranquilidad de saber que las obras esperan aunque uno no se encuentre con ellas.

Uno de los errores de la enseñanza de dibujo en los institutos secundarios obliga a condenar a los alumnos a que “terminen” un dibujo en cuarenta o cuarenta y cinco minutos, durante dichas clases. Esa malformación dificulta posteriormente a muchos aspirantes que no logran comprender que, hasta ahora y afortunadamente, ningún museo del planeta ubica debajo de las obras expuestas su tiempo de realización. Los que ven televisión se enteran de que Charlton Heston (perdón: Miguel Ángel) tardó cinco años en pintar la Capilla Sixtina, y por suerte la película duró sólo dos horas.

Así como hay muchos, tal vez la mayoría (y no es injusticia) que nunca superan el reconocimiento de los materiales, y dedican sus vidas al know-how y ahí vegetan, no es para nada criticable que se dedique una vida a las búsquedas y a las experimentaciones. Sin ánimo de desalentar a quienes lleguen a leer estas líneas puedo animarme a sugerir que la parte más interesante ocurre cuando se poseen los elementos que nos conducen a entender lo que hacemos y por qué. Esto no se logra sin haber hecho muchos dibujos y muchos cuadros, si no se han tirado también otros dibujos y cuadros y escuchado lo que muchas personas dijeron y hasta leído lo que otros escribieron sobre ellos. Para eso no son necesarios divanes. Se recomienda leer vidas de grandes artistas y tener muchos almanaques encima. Además, si no es mucha insistencia, vale la pena no tomarse en serio, observar lo que hacen los demás para disfrutar (y no para copiar), y de vez en cuando visitar los espejos de la meseta para observarse. Si no somos lindos, mala suerte.

Si se superan todos estos escollos, uno podrá sonreír con las letras de los tangos y aportar algún dato a la picaresca criolla. Y en esos instantes, Rudyard Kipling podrá ser nuestro hijo.

Dos/ Tango sin palabras
A nadie le gusta admitir que el tango produce disgusto, pero no hay que desesperar. Evidencias sobrevivientes, pálidas y escasas, sucumben ante aluviones de sonidos monótonos -en el mejor de los casos, pésimos- habitualmente bendecidos y multiplicados por imitaciones y plagios que embelesan a empresarios, idólatras descerebrados e incluso supuestos intelectuales, unidos para defender apropiaciones rotuladas como “nacionales”. El tango resiste los avances y no ha desaparecido, aún. […]

Los excesos, abusos, perjuicios y hasta persecuciones al idioma que se han enquistado en el género, no impiden aplaudir a los poetas genuinos del tango, oasis al que se arriba luego de precipicios y lagos repletos de tiburones hambrientos. Los ámbitos donde nació el tango ya no existen y los decorados que se repiten para recobrarlos -el farolito, el empedrado, las medias luces-, son escenografías falsas, reaccionarias, poco creíbles. El centro de Buenos Aires, que impidió a Lola Mora instalar su fuente en la Plaza de Mayo para que no se divulgara que los desnudos existen, decretó que los barrios de La Boca del Riachuelo y Barracas eran tugurios habitados por inmigrantes de décima categoría, estibadores ignorantes, rameras, explotadores y músicos malditos. Como si fuera poco, en 1904 La Boca consagró diputado a Alfredo Palacios, primer socialista que alcanzó ese rango en todo el largo continente americano. Lo único que le faltó a La Boca fue trasmitir la lepra.

La década del veinte observó a robustos porteños frecuentar transatlánticos que los trasladaban a París acompañados por otros robustos ejemplares vacunos ubicados en la tercera clase. Ahora se trata de disimular o se niegan las visitas de esos bacanes a los mundanos boliches parisinos. Existen testimonios fotográficos y dibujos que las acreditan. Lo que resultó difícil admitir a estos habitantes del centro de Buenos Aires y su barrio norte fue cómo nadie entre ellos intentó ganar dinero con esa música de orígenes indeseables que había fascinado a los franceses. Lo que no logró el tango ha sido reivindicado por los simpatizantes de Boca Juniors: el barrio fue visitado (y depredado).

Cuando es dable viajar y por coincidencia casi mágica se escucha Ranún, de Luis Petrucelli, o Vayan saliendo, por el sexteto de Julio De Caro, o Milongueando en el 40, por la orquesta del gordo Troilo, o Adiós Nonino del maravilloso Astor Piazzolla, se producen conmociones internas indescriptibles, donde no intervienen mujeres flageladas ni madres explotadas ni delatores ni otras traiciones. Esos sonidos, sin palabras, por los que nadie se pelea y a todos pertenecen aunque lo ignoren, habrán de sobrevivir a músicas enlatadas, exhibicionismos que intentan sustituir la ausencia de talentos y hasta los ruidos que ponen a prueba las resistencias auditivas caninas.

Esta música, por la que somos identificados en Japón o Madrid, Los Ángeles o Moscú, debe contener algún ingrediente milagroso que desarrolle su resistencia al castigo.

El amante del jazz
La vieja magia de la música negra estadounidense siempre lo cautivó. Ama el scat, adora a Duke Ellington -a quien retrató de mil maneras diferentes- y su alma armoniza muy bien con el blues. Sábat escuchó, dibujó y hasta soñó con el jazz desde muy joven.

El pintor
Se lo discutió como pintor, a la vez que se lo aplaudió como dibujante y caricaturista. Pero Sábat se ríe de esos rótulos y exhibe, en este terreno, una obra amplia y refinada. Es más, los críticos deben admitir ahora que el notable pintor que hay en él está dejando atrás al dibujante.

El fotógrafo
Pocos lo conocen en este rol. Y sin embargo Hermenegildo Sábat viene sacando fotos que están a la altura del resto de su obra. Una vez lo sorprendió a Fidel Castro, en 1967, en Punta del Este. También enfocó a grandes músicos de jazz y a simples bancos de plaza de cualquier lugar del mundo.

Los caminos de la censura
Por: Hermenegildo Sábat, dibujante y artista plástico

Como muchas otras libertades, después de ganar respeto y merecer justificada reputación, la libertad de prensa se encuentra en la extraña, incómoda posición de ser desdeñada, cuando no mutilada.

Quienes han estado cerca del periodismo son conscientes de que su ejercicio nunca significó escribir cualquier cosa para después publicarla; sin embargo es demostrable que eso sucede en crónicas, títulos, epígrafes y también, en columnas de opinión. Actuando así, muchas publicaciones han logrado éxitos de venta, y sus lectores, casi siempre, están preparados para leer lo que ya sabían que iban a leer. Estos abusos de la teoría oscurecen el esfuerzo de quienes han soñado y sueñan con una profesión dedicada a enaltecer valores superiores, denunciar atropellos, injusticias y maldades, defender el idioma para que no sucumba y multiplicar, de esa manera, los hábitos de lectura. Una ironía habitual en la profesión conduce a preguntar quién fue el primero que editó un diario, originador de la especie, que se privó de la tijera y no leyó los títulos del competidor para mejorar su tiraje.

El menosprecio es consecuencia, además, de los propios errores que se imprimen, horrores inadvertidos que generan, por lo menos, ridículos imperdonables. Percibir únicamente el ridículo es un pasaporte para ser aplaudido entre sus practicantes. Pero el desfile de tenaces, anónimos burócratas del género saca partido de una evidencia: mientras lo publicado sea un ejercicio de barbarie y no roce a los poderes, valdría (casi) todo. No se trata de asumir posturas solemnes, cuadradas, reaccionarias. Cervantes y Borges usaron palabras groseras y no son recordados por eso.
Y, en algunos casos, el buen humor auxilia y esclarece. Un título publicado en la década del 70 en La Razón excede comentarios: Un comerciante mató a otro asaltante. No interesa juzgar al autor. Vale la pena felicitar su ingenio.
La libertad de prensa no es una Constitución con preámbulo, artículos y enmiendas. Su respaldo moral no es abstracto: la cita de hechos concretos y datos comprobables no es discutible ni punible. Atacar esas evidencias, reaccionar sin argumentos es consagrar esa palabra tan temida: censura.
La inseguridad, que alcanza a gobernantes y muchos gobernados, deriva en susceptibilidades que conducen a persecuciones, despidos y exilios. Un subterfugio previo es la condescendencia (“Usted es testigo de que yo he permitido…”), que no explica la apertura a la ofensa personal que obsede a los pobladores del poder. La censura alcanza a palabras, fotografías, dibujos e imágenes de TV. Un testimonio citable: el gran fotógrafo anti nazi Alfred Eisenstaedt reconoció a Josef Goebbels en la Liga de las Naciones: “Cuando me acerqué en el jardín del hotel, me miró con ojos llenos de odio, esperando que temblase. Pero no temblé. Si tengo una cámara en mis manos no conozco el miedo.”
Me molesta citarme, espero ser comprendido. He vivido en Clarín 35 años. Nunca me dijeron qué tenía que dibujar. Como siempre existen malpensados recuerdo que una vez no publicaron un dibujo. No me animo a contar todos los que se publicaron.
Fotos: Ricardo Gonzalez, Ariel Grinberg, Lucía Merle

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Salud

Por el brote de bronquiolitis, piden montar un dispositivo de consulta en el Cema para descomprimir las guardias

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El comité de crisis que conforman distintos efectores de salud públicos y privados se reunió por primera vez para abordar el avance de la epidemia de bronquiolitis que se sostendrá, según los especialistas, durante las próximas siete semanas. En los hospitales y clínicas de Mar del Plata las guardias lucen colapsadas, por lo que reclaman la apertura de un dispositivo de consulta en el Centro de Especialidades Médicas Ambulatorias (Cema), similar al que se montó durante la vigencia de la pandemia de coronavirus.

Encabezado por el titular de la Región Sanitaria VIII, Gastón Vargas, los efectores de salud analizaron el crecimiento sostenido de distintos virus respiratorios a nivel local, provincial y nacional; y debatieron una serie de propuestas para coordinar trabajos preventivos y operativos.

En el encuentro, se hizo especial hincapié en la necesidad de reforzar la atención en el nivel primario para que no se saturen las guardias hospitalarias con casos leves que puedan ser tratados en forma ambulatoria y en cercanía de los domicilios.

Asimismo, los efectores repudiaron la ausencia de representantes de la Secretaría de Salud de la Municipalidad de General Pueyrredon que conduce Viviana Bernabei y reclamaron la apertura de un dispositivo de consulta y orientación en el Cema, similar al que se montó para mitigar la pandemia de coronavirus. Del mismo modo, también instaron al Municipio a reforzar “de manera contundente” la vacunación antigripal “que muestra bajos números”.

Del encuentro participaron los directores del Hospital Interzonal General de Agudos (Higa), Hospital Interzonal Especializado Materno Infantil (Hiemi), la Federación de Clínicas, Sanatorios, Hospitales y Otros Establecimientos de la Provincia de Buenos Aires (Fecliba), clínicas privadas locales, el Instituto de Obra Médico Asistencial (Ioma) y el Programa de Atención Médica Integral (Pami), entre otros.

Tras la primera reunión, los efectores que conforman el comité de crisis acordaron mantener reuniones periódicas para definir las acciones a seguir para combatir el avance del virus entre la población.

Guardias desbordadas y alto porcentaje de internación

El virus sincicial respiratorio que provoca bronquiolitis comenzó a circular con anticipación este año y provocó un brote de contagios en el país. La enfermedad afecta especialmente a los menores de 1 año, aunque los cuadros más severos se observan en los menores de 6 meses.

Desde mediados de mayo las guardias de las clínicas de Mar del Plata lucen desbordadas de consultas y tienen una ocupación del 85% en las camas de internación por cuadros respiratorios. 

Los signos de alarma para concurrir a un centro de salud son dificultad respiratoria, tiraje intercostal – se marcan las costillas en la respiración -, aleteo nasal y dificultad para tomar el pecho y para dormir.

Para prevenir enfermedades respiratorias es importante

– Lavarse las manos periódicamente, especialmente después de tocar manijas, dinero, objetos de oficina, juguetes de otros niños/as, etc.

– Usar alcohol en gel cuando no haya agua y jabón para lavarse las manos.

– Al toser o estornudar, cubrirse la boca y la nariz con el codo.

– Limpiarse la nariz con pañuelos descartables.

– Evitar el contacto con personas que tengan enfermedades infecto-contagiosas.

– Evitar el humo de cigarrillos y braseros cerca de los niños y niñas.

– Ventilar siempre los ambientes.

– Mantener los esquemas de vacunación al día.

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A 8 años de Ni Una Menos: Mar del Plata se sumó con un acto y movilización

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A ocho años del primer Ni una Menos y bajo el lema «Vivas, libres y desendeudadas nos queremos. Con este Poder Judicial no hay Ni una Menos», este sábado se realizaron marchas y actividades en todo el país en contra de la violencia machista.

En Mar del Plata se realizó desde las 15.30 la marcha del Movimiento de Mujeres y Diversidad con una concentración junto al monumento a San Martín, ubicado en avenida Luro y Mitre, donde se leyó un documento, y luego se marchó hacia la Costa.

El 3 de junio del 2015 fue la fecha límite donde miles de mujeres y disidencias se mostraron hartas de los femicidios cotidianos: se registró uno cada 24 horas.

En tanto, el caso que encendió la llama que faltaba para salir a la calle a exigir que “paren de matarnos” fue el femicidio de Chiara Páez, la joven de 14 años embarazada asesinada por su novio de 16, Manuel Mansilla, en la localidad santafesina de Ruffino. Así fue como una convocatoria lanzada a través de las redes sociales provocó la primera movilización masiva en contra de la violencia machista reuniendo a más de 500 mil personas en todo el país.

Desde entonces y hasta mayo de este año, según pudo relevar el observatorio “Adriana Marisel Zambrano” que dirige la organización feminista La Casa del Encuentro, se registraron un total de 2554 femicidios, entre ellos 214 vinculados y 58 transfemicidios, los cuales ocasionaron que 2691 hijas e hijos -en su gran mayoría niños y adolescentes- se quedaran sin su madre.

En el 2023, en los primeros cuatro meses del año, se registró casi un femicidio por día: 116 víctimas fatales, según el mismo informe. Se dividen en 103 femicidios y trans/travesticidios, los cuales se registraron desde el primero de enero al 30 de abril último, y otros 13 fueron femicidios vinculados de varones. Por su parte, el Registro de Femicidios de la Corte Suprema en 2022 registró 252 víctimas fatales por violencia de género. Por eso se volvió a salir a las calles para exigir Justicia.

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Sociedad

Adopción en Mar del Plata: “Los chicos buscan familia, están necesitados, especialmente los más grandes”

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Desde la Municipalidad, en conjunto con el Fuero de Familia del partido de General Pueyrredón, presentaron la campaña denominada “Uniendo Caminos”, con el objetivo de visibilizar, sensibilizar y concientizar sobre la adopción y la búsqueda de familias. La misma incluyó jornadas informativas y otras acciones de promoción, para la difusión de la temática en la ciudad. La primera charla se llevó a cabo en el Aula Magna de la Facultad de Derecho.

Entre los distintos temas que se abordaron, se destacó: pasos y requisitos para postularse como adoptantes o cuidadores familiares; mitos que existen alrededor del proceso, y responsabilidades que debe tomar cada persona. Además, se expusieron testimonios de familias que ya atravesaron dicho proceso.

La situación en el país

La Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia (SENAF) del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, junto a UNICEF, presentaron un informe con datos actualizados al 2020 sobre las infancias y adolescencias sin cuidados parentales en Argentina.

Según este relevamiento, existen 9.754 niños, niñas, adolescentes y jóvenes en el país que tienen una medida de protección excepcional para la restitución de sus derechos y están alojados en instituciones u hogares de tránsito. En una nueva actualización del informe, se incorporó este 2023 información sobre otros 6.400 que transitan situaciones similares en diferentes puntos de la Argentina.

Al respecto y en particular sobre Mar del Plata, la doctora Clara Obligado del Fuero de Familia de General Pueyrredon, analizó: “Los chicos buscan familia, están necesitados, especialmente los más grandes. Chicos que piden por familias y no hay inscriptas en el legajo para estos chicos, más grandes o con discapacidades. Tenemos en mi juzgado cinco legajos aptos. Estamos hablando de necesidades de familias que tienen una vocación adoptiva de 0 a 2, 3 y 4 años. Esos sí van a ir a una familia una vez que esté la adoptabilidad dictada, pero hay otros tantos que tienen dictada y no hay familia ampliada que acompañe. Están en instituciones, donde van a tener que esperar el plazo legal de los 180 días, si la situación que los ubicó en dicho lugar institucional no se ha revertido”.

Asimismo, la jueza continuó: “Hablamos de un universo de niños más grandes. De ocho hasta 17 años tenemos un universo de niños que quedan sin la posibilidad de ser seleccionados por los legajos. No es carga de responsabilidades ni crítica; es una realidad que acontece de no tener la voluntad adoptiva de niños mayores. El registro central se ha ocupado en su momento de crear, a partir de un juez de familia de San Miguel, la figura de cuidadores. Mar del Plata ha tenido una experiencia piloto en ese sentido: niños que no quieren ser adoptados, pero sí quieren vivir en una familia, en una casa, que los vayan a buscar al colegio. No se trata de un vínculo parental filiatorio, pero sí afectivo, responsabilidad y el aval jurídico de la justicia de quien esté a cargo de este niño o adolescente. Muchos adolescentes quisieran tener esa experiencia, pero no tienen familias inscriptas”.

“Tenemos muchos niños institucionalizados, pero no todos están aptos para ser adoptados. Niños que están esperando que sus padres restituyan aquellos hechos que les dañaron, haciendo tratamientos por sus enfermedades. Otros niños que están con familia ampliada, con medidas de protección en casas de la tía o de la abuela. De los institucionalizados, casi el 50% de 700 niños en Mar del Plata esperan ser adoptados o ir con un cuidador familiar”, señaló la Obligado.

“Los hogares que están y nos ayudan hacen el espacio familiar y dan ese olor de familia, pero con cuidadores que cada 8 horas se cambian. Son hogares municipales y provinciales que acompañan en esto de lo que el Estado debe hacer frente a la imposibilidad e impotencia familiar, incluso cuando la familia extensa también tiene problemas. En casos donde no podemos contar con abuelos o tíos tenemos que buscar lo institucional. Ahí el Estado restituye derechos: te hace el DNI, te manda al colegio, te da de comer como corresponde a la nutrición, tenés una cama, pero falta el afecto del hogar y de la familia”, afirmó la doctora Obligado.

Ley de adopción
De acuerdo a los últimos datos registrados por la Dirección Nacional de Registro Único de Aspirantes a Guarda con Fines Adoptivos (DNRUA), dependiente del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, hay iniciados más de 540 legajos por parte de solicitantes monoparentales, mientras que se número se eleva a casi 1.560 por parte de matrimonios y uniones convivenciales.

Entre los requisitos indicados para ingresar gratuitamente en el Registro de Aspirantes a Guarda con Fines Adoptivos, se encuentran: ser mayor de 25 años, y ser argentino o extranjero con cinco años de residencia en el país. Luego, los interesados deben contactar el registro correspondiente a su domicilio, donde se le informará sobre la documentación a presentar. Cabe destacar que la inscripción es gratuita, personal y no requiere de intermediarios ni abogados. Se pueden inscribir tanto matrimonios, como integrantes de una unión convivencial o una única persona humana, según se detalla en la página web oficial www.argentina.gob.ar

En virtud de ello, una de las principales falencias alegadas por las familias hacia la Justicia se relaciona directamente con los tiempos burocráticos a la hora de acceder a una adopción. Sin embargo, este aspecto fue desmentido por la jueza Clara Obligado: “El niño de 0 a 2 también creció y hoy no lo queremos porque tiene 10. ¿La adopción está construida desde la necesidad y el interés superior de quién?, ¿del adulto que no pudo ser padre o del niño que perdió su familia nodal? Desde ahí tenemos que ver la construcción familiar y la adopción, no desde nuestra satisfacción como adultos”.

La pregunta que se hace siempre es cómo acompaña el juzgado. Acompaña en el proceso inicial hasta la sentencia de adopción. Luego de esa sentencia los padres se encontrarán con los desafíos de cualquier familia. Alguien los ayudará en el acompañamiento de esa maternidad y paternidad pero eso no lo da el juzgado. El juzgado está para dictar la sentencia de adopción y responder a la necesidad del niño de ser adoptado”, añadió.

Asimismo, explicó: “La ley de adopción se ha modificado a partir del 2005, y los tiempos se han acelerado. Pero los tiempos y las leyes las aplican los humanos. No es lo mismo la adopción de un niño de un año u 8 meses, donde se presenta una madre soltera que ya pasó el puerperio. Si la mujer pare al hijo y no lo quiere conocer, no se lo da en adopción al segundo día de nacido; se espera que esa mujer pase el espacio emocional del puerperio, para que la situación sea confirmada por un abogado. Una vez que sucede eso se da una guarda preadoptiva, porque la madre ha dicho que sí y la adopción sale en menos de un año”.

Sobre este mismo aspecto Obligado agregó: “En una adopción donde lo dejaron en la plaza al nene, o debajo de una escalera de correo o en una bolsa, todos casos reales de nuestra ciudad, hay una búsqueda previa de los padres. Puede haber un indicio, se logra encontrar a la madre, se la notifica, vienen los abuelos que se quieren hacer cargo. Si la madre no quiere, porque es fruto de una violación, se abre otro proceso. Los abuelos quieren a esa niña, pero uno de los causantes tal vez sea uno de los involucrados. Ahí se aloja al niño en un hogar y pasa el puerperio, tal vez un poco más, para que esa adopción sea firme”.

“Después tenés a los chicos que los padres están en la calle. Los papás tienen algún problema de consumo y desaparecen pero posteriormente pueden volver a aparecer buscándolo y ahí empieza la evaluación, para ver si pueden hacer el tratamiento y volver a una paternidad en un hogar, no en la calle”, agregó.

“Depende de cada historia. Hay muchas situaciones que contemplar, el derecho humano de esa madre que perdió al chico por enfermedad y el derecho de ese niño que estuvo en una institución porque no podía vivir en la calle esperando que se revierta este proceso”, concluyó la jueza de familia.

 

Fuente: con información de Portal Universidad

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