Un escándalo que tomó ribetes nacionales fue el que involucró la usurpación de una importante vivienda de Pinamar y la vinculación de los imputados con la actividad política. De hecho todas las miradas se posaron en la gruesa figura de Mauricio Ríos, conocido empresario marplatense que supo explotar un balneario local, desarrollar relaciones cercanas con el ex intendente Carlos Fernando Arroyo y ser el propietario de un establecimiento gastronómico conocido como «Lo de Mauri» que fuese clausurado por falta de habilitación y graves problemas bromatológicos.

El problema fue precisamente el supuesto contrato de alquiler que exhibieron los ocupantes y que incluye el nombre de la empresa que es titular de la casa, una empresa ligada a la verdadera propietaria, lo que demostraría el acceso de Ríos a toda la información catastral y la voluntad de llevar adelante la falsificación del documento público y la apropiación.

Por lo que señalan todos los vecinos y las personas que fueron contratadas para hacer refacciones en la casa, la persona que llevó todo adelante desde el principio fue Mauricio Ríos quien estuvo en la vivienda durante meses y se presentaba ante todos como «dirigente kirchnerista» a punto tal de colocar en la entrada de la casa una gran foro del ex presidente y de su esposa Cristina Fernández.
Aquí en Mar del Plata Ríos explota (o explotó, ya que de acuerdo a lo sostenido por alguno de los actuales propietarios el hombre «se desvinculó» de la empresa) el balneario Abracadabra, junto a la sociedad Playas de Faro SA, según lo publicado en agosto de 2019 por la Unión de Guardavidas Agremiados (UGA). La organización gremial ha denunciado durante años las irregularidades en el sector así como en su momento lo hizo con la relación que unía al empresario con el entonces intendente Arroyo.


Ríos en los tiempos de estrecha vinculación con el ex intendente Carlos Arroyo
Lo que más llamó la atención es la impunidad con la que Ríos llevaba adelante todos sus movimientos. Durante los diez meses en que los usurpadores estuvieron instalados en la casa, la pintaron de otro color, construyeron una cascada, instalaron equipos de aire acondicionado, la mantuvieron con la ayuda de jardineros, y le cambiaron el cartel con el nombre por lo que la casa pasó a llamarse “Volver a vivir”.