Cuentan que Claudio Bonadio estaba convencido de que no hablarían nada bien de él en el Coloquio de IDEA, la convocatoria anual de empresas más importante de la Argentina, donde este año se juntaron 900 empresarios de los más diversos rubros. Pero sucedió todo lo contrario. No solo hubo un generalizado aplauso entre el público cuando Mariano Federici, titular de la Unidad de Investigación Financiera (UIF), informó que la banca suiza le había congelado los 20 millones de dólares que tenía depositados, por pedido de ese juez. La causa de los cuadernos estuvo en el centro de los tres días de reunión, en los debates públicos y en las comidas privadas, en los discursos de los jóvenes emprendedores y en las críticas sordas que se mascullaban en algunos rincones por la “hipocresía” de los querían diferenciarse. Sin embargo, nadie se la agarró con Bonadio.
Tal vez fue por la evidencia abrumadora que la Justicia fue recopilando o por la convicción de que las normas de transparencia forman parte del nuevo idioma de los negocios en el mundo. O quizás, simplemente, porque hace años que un grupo de esta élite viene presionando para instalar la necesidad de una Justicia independiente como condición sine qua non para el desarrollo, el crecimiento y la equidad social.
En el 2012, en pleno kirchnerismo, IDEA invitó al ex secretario de Cultura de Néstor Kirchner, José Nun, que se transformó en la estrella del evento. Es que no solo fue duramente crítico con el populismo, porque “si avanza, destruye las instituciones”, sino que cuestionó que “la corrupción se está volviendo normal”. Compartió el panel sobre “Política y valores para un país plural” con Fernando Straface, por entonces director ejecutivo de CIPPEC, y con Eduardo Fidanza, por Poliarquía consultores.
Al año siguiente, en el 2013, el pulso lo dio el constitucionalista Daniel Sabsay cuando, desde el escenario, desafió a la por entonces presidenta Cristina Fernández de Kirchner a que “muestre el título de abogada”. Fue en un panel donde se criticó la reforma del Código Procesal Penal que el gobierno había enviado al Congreso y él fue especialmente duro contra Alejandra Gils Carbó, por entonces Procuradora General de la Nación. “Yo no tengo ninguna duda de que no sabe nada de Derecho, que muestre el título, que no lo esconda más”, dijo, levantando el aplauso del público.
Luego de ese Coloquio fue que se creó en Foro de Convergencia Empresarial, un colectivo de 30 entidades que en su documento fundamental se anunciaba el propósito central de trabajar para “el fortalecimiento del régimen republicano representativo federal”. Estamos hablando de abril de 2014, cuando nada hacía suponer que el kirchnerismo perdería el poder.
En el 2015, a pocas semanas de la primera vuelta electoral, los concurrentes al Coloquio quedaron sorprendidos durante un panel donde se analizaba la relación de los argentinos con la ley, según la encuesta realizada por el director regional del Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral, Daniel Zovatto. “Ocho de cada 10 argentinos aseguran que el país vive al margen de la ley y se define como transgresor o desobediente”, dijo. Unos minutos antes, el constitucionalista cordobés Antonio María Hernández había asegurado que “la Argentina vive en una anomia antidemocrática”.
El viernes último, en el cierre del panel sobre justicia e instituciones, el abogado Guillermo Lipera recordó que “hace un año decíamos, aquí mismo, que estaban dadas las condiciones objetivas para que empezar a dar un punto de inflexión en materia de justicia. Obviamente, no se puede revertir en pocos años décadas de inercia, pero empezó a cambiar la tendencia”.
“No olvidemos que en nuestro país hubo un juez, Daniel Rafecas, que rechazó in limine la denuncia del fiscal Alberto Nisman. En cambio, ahora tenemos el caso de la destitución por el Consejo de la Magistratura del camarista Eduardo Freiler. En Argentina dominaba la impunidad. Y el denunciante tenía miedo de serlo, porque podía quedar más complicado que el denunciado. Era temerario hacer una denuncia”, aseguró.
Y dando el mensaje del 54ª Coloquio sobre la investigación contra la corrupción más importante de nuestra historia, Lipera dijo que con “la causa de los cuadernos tenemos la gran oportunidad de empezar a cambiar ese sentimiento de la juventud y la ciudadanía de que en la Argentina hay impunidad. Hacemos votos para que los jueces que intervienen en la causa actúen con la mayor imparcialidad posible, con la mayor ecuanimidad, y todo aquel que delinquió, sea quien sea, vaya preso”.
Por cierto, nadie la tiene fácil en este momento. Ni Bonadio, que tiene que investigar en condiciones que no son las ideales. Ni los empresarios que buscan diferenciarse de aquéllos que se arrepintieron ante la Justicia por cometer delitos. La mayoría de las empresas está sometida a una situación de stress, aún las que no dependen del consumo interno. Muchas pueden estar cubiertas por tener reservas en dólares, pero se necesita certidumbre para hacer negocios y ni los expertos más pesimistas preveían semejante devaluación. Va a costar acomodarse y, sobre todo, se tardará en volver a confiar lo suficiente como para invertir.
A pesar de eso, el temor más grande no es que el ajuste se demore más de la cuenta sino que vuelva el populismo y tire en saco roto los avances en materia de institucionalidad y transparencia de los últimos años. Aunque nadie lo cree posible de verdad. Confían en que el Consejo de la Magistratura pueda continuar como representante del Congreso el diputado Pablo Tonelli, que fue un valiente impulsor de las decisiones que están llevando a la Justicia a un nuevo salto en materia de control y transparencia, y que no haya retroceso en el proceso de crear un sistema judicial confiable. En diálogo con Infobae, Lipera dijo que “hace años que venimos trabajando en esto, y siempre IDEA nos dio el espacio para hacerlo”.
Más allá del Gobierno, su ineficacia y sus errores, a pesar de la dolorosa corrupción que se ventila en la Justicia y de la simulación o hipocresía que seguramente todavía se oculta en ámbitos empresarios, hay una sociedad civil que avanza a pasos sostenidos contra los peores vicios de la vida en comunidad. Y, como se buscó demostrar aquí, no arrancó con Cambiemos ni con la llegada de Mauricio Macri al poder.
Esta sociedad civil, aún decepcionada y agobiada, no dejará que avance la mentira del populismo. Como dijo en el Coloquio un joven empresario que nunca fue de izquierda pero está muy lejos de cualquier derecha: “No pasarán”. Curioso que, hasta aquí, el principal instrumento para asegurar el fin del populismo sea un juez que viene del peronismo.