Judiciales
LOS ENTRETELONES DE LA DENUNCIA DE ABUSO SEXUAL QUE CONMOCIONA AL MUNDO DEL TENIS ARGENTINO
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Ruben Muñoz
Estefanía Lisa denunció a su ex entrenador Ariel Gallero en Córdoba: en diálogo con Infobae, asegura que la sometió durante cuatro años, desde que ella cumplió los 14

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“¿Qué propósito tiene contar la historia? Librarme de ella” (La muchacha de los libros usados, de Arístides Vargas)
La historia de Estefanía Lisa no es una más. Se animó a contar lo aberrante, una que devela encubrimientos, tres diferentes relatos de niñas abusadas y un club con dirigentes que actuaron de espaldas a la Justicia.
“No quiero que esto le suceda a nadie más -comienza diciendo esta cordobesa nacida en Río Cuarto hace 29 años-, ni a nenas ni a nenes. Por eso es que quiero hacerlo público, para desterrar a monstruos como éste”, así define a su abusador quien hace algo más de dos años comenzó esta travesía por el duro camino de la exposición al denunciar el abuso sufrido cuando ella aún era menor de edad.
“Me costó mucho, recién hace un par de años le pude poner nombre y apellido, ‘Abuso Sexual’, pero todavía me cuesta horrores decir acceso carnal. Es muy difícil para mí, aún viéndolo de la manera en que lo cuento, como disociada”, inicia el relato de los hechos que motivaron su denuncia y que expusieron desidia, encubrimiento y la aparición de múltiples casos similares al de ella, cometidos por el mismo denunciado: Ariel Gallero.
Todo comenzó en 2006, cuando “Stefi” aún tenía 13 años y sus padres no estaban pasando por una buena situación económica ni de pareja, “porque tenían una relación muy conflictiva entre ellos” -aclara-. “Por eso, para mí, ir a jugar al tenis era un escape, mi salida de ese universo de conflicto que era mi familia. Fue en ese momento cuando mi papá le manifestó (evita nombrarlo, pero se refiere a Gallero) que no estaba en condiciones de seguir sosteniendo los gastos de los entrenamientos, por lo que él (Gallero) se ofreció a hacerlo sin cobrar las clases. Mi papá confió en su palabra y accedió, porque mi papá sabía del amor que yo tenía por el tenis y de las condiciones que yo tenía. Además, para mis padres, el club era un lugar seguro en el que yo estaba contenida y a salvo”, relata Estefanía sobre un mundo y un concepto que estaban a punto de ser destruidos.
El profesor pareció entender rápidamente la situación y decidió hacer un cambio en el horario de los entrenamientos gratuitos que le daría a la niña, los que comenzaron a ser nocturnos. En uno de los regresos a su hogar, en el que Gallero se ofrecía a llevarla, fue cuando, según el relato de Estefanía, el profesor pasó de los comentarios sexuales y de que ella “no parecía de su edad, sino una mujer”, a los hechos. El día de su cumpleaños número 14, en octubre de 2006, “me llevaba a mi casa en su auto, tomó un desvío y paró en una rotonda. Allí se abalanzó sobre mi asiento y me besó. Me dio asco, yo siempre le dije que me daba asco. Yo sentía que él era un viejo para mí, pero él sólo decía que me amaba y que yo era todo para él”. Una semana después la ingresó escondida en su auto al hotel Moon, “para estar más tranquilos, me dijo. Volvió a besarme, me resistí y comenzó con los reproches y a decirme que él era la única posibilidad que yo tenía para poder jugar al tenis”.
Ese tipo de acoso y de abuso continuó hasta que, en un viaje a la ciudad de Córdoba, Gallero forzó el acceso carnal en la habitación del hotel en el que se alojaban y, de ahí en más, fue algo que se le haría cotidiano. “Los primeros dos años en que comenzó a abusar de mí, lo reiteró todos los días, de lunes a lunes”, relata una vez más, como lo hizo ante la Justicia.
De pequeña, Estefanía fue una jugadora destacada y a los 10 años la quisieron llevar a entrenar al Jockey Club de Córdoba, pero continuó en Río Cuarto. “¿Y qué pasó? Yo ganaba muchos Nacionales, hasta que empecé a entrenar en Atenas, con Gallero. A partir de allí bajé muchísimo mi rendimiento. Creo que podría haber tenido una carrera, pero siento que esta persona (Gallero) me truncó la carrera y me la arruinó”, cuenta Stefi, como le gusta escribirlo. Y continúa su relato: “Desde que empezó a entrenarme tuvo comentarios sexistas, a los que trató de ir acostumbrándome. Me hablaba de mi cola, de mis lolas, sin importar si había gente delante. O, todo lo contrario, si sucedía algo que a él no le gustaba o le parecía mal, me insultaba o me castigaba tomando represalias. Me retiraba del entrenamiento, me mandaba a la mierda o me decía que era una hija de puta. De a poco, me destruyó mi autoestima como deportista. Así, no sólo me impidió que fuera yo quien probara cuán lejos podían llegar mis sueños, sino que tampoco me permitió disfrutar de ese deporte que tanto amaba”.
Los viajes y la competencia se transformaron en un suplicio, “fuimos a la COSAT en Chile, a jugar los G1, pero perdía en primera o segunda ronda y a eso lo transformaba en una humillación constante hacia mi persona”. Esa humillación se verbalizaba en frases como “sos una pija, no le podés ganar ni a tu vieja”, “sos una verga jugando al tenis”, “qué gorda estás” o directamente pasaba al hecho, como cuando la sacó de una cancha de tenis “tirándome de los pelos”, recuerda Estefanía sobre aquella pequeña que no encontraba la manera de alejarse de esa situación. “Yo sentía, porque él me lo había hecho creer y sentir, con toda esa manipulación que ejercía a diario, que yo jugaba al tenis gracias a él y que yo respiraba gracias a él. Y, lamentablemente, por la inocencia de mi edad creía que mis posibilidades de ser tenista profesional dependían absolutamente de él”, reconoce.
“Cuando yo era chica, no comprendía que eso era un abuso. Como decía mi terapeuta, yo no tenía la madurez psíquica para darme cuenta de que lo que me estaba ocurriendo era un abuso sexual y mucho menos de ponerlo en palabras. Me dijeron que la manipulación que él había ejercido sobre mí me había hecho creer que eso era lo que yo tenía que hacer para poder continuar jugando al tenis.”
Una larga pausa antecede al recuerdo de esas noches, cuando media vida atrás, su cabeza quedaba a solas con la almohada. “¡Qué difícil! (suspira) Yo vivía con miedo, todos los días tenía terror de que me hiciera algo a mí o a mi familia, porque me había amenazado con matarme y hasta un día sacó un arma de la guantera del auto, para demostrarme. O que incendiara mi casa con mis padres adentro, como me había dicho. Era el temor de que si se terminaba esa relación no sólo se me terminaba el tenis, sino que se terminaba la vida, la mía o la de mis padres”, rememora esas noches de horror que culminaban una jornada abusos, pero que sabía que precedían a otra igual a la anterior. Sin embargo, hoy, se la nota firme en su dicción, segura en sus gestos, armada en su discurso. El actual contexto social le presenta un escenario diferente y le permite una comprensión que en los tiempos en que padeció estos abusos no tenía, una apertura que mejoró, también, la aceptación en los Tribunales.
Con 16 años cumplidos, Stefi pensó que enamorarse o comenzar una relación con un chico de su edad podría ponerle punto final a la continuidad de los abusos. Fue así como empezó a verse con un jugador de fútbol de las inferiores de Atenas, si bien esto frenó la frecuencia del asedio, provocó las represalias de Gallero, separándola de los entrenamientos. Para lo único que le permitía ir al club era para dar clases, algo que hacía a modo de compensar su entrenamiento gratis. “Ahí vi cómo Sofi dejó de saludarme y tuvo un cambio de actitud para conmigo”, rememora sobre la relación con la hija del médico (N de la R: se resguarda el apellido) que también era entrenada por Gallero y agrega: “Como él ya no tenía acceso a mí, buscó a otra nena y esa fue Sofi. Pero, a raíz de mi denuncia, después me enteré de que no éramos dos, sino tres las que estábamos siendo abusadas en ese momento”.
Ese mismo año, Estefanía intentó denunciarlo. “Mi papá me acompañó a la Comisaría Banda Norte (ubicada en esa orientación del río que divide la ciudad), y cuando conté todo, el policía que me atendió me dijo que si yo lo denunciaba él me pegaría un tiro o bien yo volvería con él en dos meses. Un desamparo total”, describió. Y es por eso que, para cubrir las apariencias, ella prosiguió diciendo que era su novio, “porque era la única manera en que yo sentía que podía seguir jugando tenis. Pero me ponía mal, me incomodaba. Hasta el día de hoy les digo a mis padres cómo no lo sentaron al tipo éste y le dijeron que, con esa diferencia de edad, siendo yo menor y él de 30 años, no podía ser mi novio”.
Hasta un mes antes de cumplir los 18 años había continuado sufriendo los abusos sexuales, pero las amenazas de muerte y el acoso prosiguieron hasta 2011, año en el que las consecuencias del abuso comenzaron a aparecer en el comportamiento y la vida de la ya joven Estefanía. Dejó de dar clases, se alejó del tenis y de los amigos que había generado durante toda su vida en ese deporte. La anorexia fue otra de las secuelas de ese maltrato. “No comía nada, estaba muy delgada. Mi peso normal debía ser de 55 kilos y yo pesaba 49.”
Menos de año después, el abusador tomó contacto con ella a través de las redes. “Yo tenía una máquina de encordar raquetas y la puse en venta, fue cuando recibí su mensaje en Facebook: ‘Hola Stefi. ¿Cuánto pedís por la máquina?’ Obviamente, no le respondí, no quería bloquearlo ni tener algún contacto, nada”, recuerda sobre ese intento y una estrategia que le dio resultado. Pero, seis años después, cuando ya Estefanía se había recibido de kinesióloga, Gallero volvió a intentarlo: “Fue pasada la medianoche de un sábado en Semana Santa, cuando me escribió: ‘Hola Stefi, tanto tiempo. ¿Cómo estás? Quería saber si tenés un turno para mí, porque ando mal del codo’. Muy raro”. De acuerdo a la declaración que figura en el expediente, realizada por el propio Gallero, el denunciado ya había formado una familia, para ese momento, la que hoy se completa con tres hijos.
Por su historia en Atenas, Gallero parecía ser el consentido de la dirigencia del club y, en 2011, lo sostuvieron por sobre un proyecto de una escuela de tenis. Pero un año más tarde, este profesor, debió dejar Río Cuarto y exiliarse en Arroyito, cuando un médico se acercó al club a denunciarlo por hechos de abuso contra su hija. Según la información a la que accedió Infobae, Gallero habría reconocido a las autoridades del club estos hechos cometidos contra Sofía. “Me voy porque me mandé una cagada con una chica”, les habría dicho, además, a algunos integrantes de Atenas, antes de marcharse.
En ese momento, varios integrantes de la comisión del club dejaron su cargo y fueron reemplazados por otros dirigentes que permitieron, dos años más tarde, el reingreso de Gallero al club, a pesar de que entrenadores, profesores, jugadores y autoridades de diferentes clubes coincidían en los rumores sobre su accionar con las niñas, por eso “toda la gente a la que le preguntabas quién era Ariel Gallero, te respondía: ‘es un pajero’. Pero no es un pajero, es un perverso”, suelta con indignación Estefanía.
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Sin embargo, nadie tomaba ningún compromiso al respecto, porque “todo quedaba en rumores y nadie hablaba directamente”. Eran tiempos en los que las denuncias se perdían en los cajones o se convertían en un boomerang para las víctimas.
– ¿Vos sentís que lo encubrieron?
– Sí, obvio. El “Rata” Tosco, que era el presidente de ese momento, y Nancy Pérez Rama eran dos “lame bolas” de Gallero. No sé la razón, pero tengo indicios de que eso sucedía.
Estefanía intentó volver al tenis, pero le traía recuerdos muy desagradables. Fue tal el daño psicológico que le habían producido los años de abuso, que regresó al tenis recién después de ocho años, “porque no podía tener contacto con este deporte, ni mirarlo por televisión”. En marzo de 2019 volvió a tomar clases con un profesor. “Ya lo conocía y le conté, sin detalles, lo que me había ocurrido, pero ya lo sabía, todo Río Cuarto lo sabía. Y a mí me avergonzaba mucho entrar a un club y que me preguntaran”, reconoce sin pretextos.
– ¿Y qué pasó en ese momento?
– Me largué a llorar. Estaba muy nerviosa, me temblaban las manos, me latía muy fuerte el corazón. Me agarró una crisis de angustia, de pánico. Tenía terror a enfrentarme con lo que me pasó y tomarlo como propio. Una negación tremenda.
El 12 de diciembre de 2019, Estefanía Lisa dejó radicada la denuncia penal contra Gallero en la Unidad Judicial N°1, pero unos días antes lo había hecho ante la Subsecretaría de Niñez y Adolescencia, de Río Cuarto. Le tomó cinco horas asentar la denuncia e invirtió otras tres para realizar la ampliación y la presentación en fiscalía. No hizo hace falta que llegara la pregunta por el tiempo transcurrido, la respuesta apareció sola: “Lo denuncié cuando me sentí realmente preparada para hacerlo, porque antes tenía pánico. Temía que cumpliera alguna de las amenazas, tenía arma de fuego, era mi palabra contra la de él. Todo se me volvía en contra y pensaba: callate, ya pasó, no lo denuncies”, dice de manera convincente.
Ana Medina, hoy funcionaria en la ciudad, confirmó que fue la encargada de llevar la notificación a las autoridades del club de que Gallero había sido denunciado por abuso sexual a una menor. A pesar de ello, nada cambió en Atenas y continuó siendo el director de la escuela de tenis.
El 30 de septiembre de este año, Ariel Gallero fue imputado bajo los cargos por los que fuera denunciado. El 2 de noviembre se le puso en conocimiento a la parte denunciante y días después establecieron una medida cautelar de proximidad a Gallero, por un año, y “me dieron un botón antipánico”, dice Estefanía. Estas medidas cautelares se renuevan sólo si el denunciado hace intentos de establecer contacto con la víctima.
El jueves 2 de diciembre le llevaron al club Atenas el certificado que cambiaba el status de Gallero en la causa, por el que pasaba de ser denunciado a estar imputado. Recién ocho días más tarde, y luego de apariciones públicas de Estefanía, que movilizaron a la sociedad de Río Cuarto, los dirigentes del club decidieron desvincular al director de tenis. “El presidente de Atenas me llamó y me dijo que él no tenía ni idea de los hechos que yo había relatado, cuando en el club se conocían muchas cosas, así que no me puede venir a decir que no estaba al tanto”, revelaba Stefi.
Pero éste no es el primer hecho que empaña la transparencia de la dirigencia de Atenas. El club tuvo trabajando como kinesiólogo de las inferiores de fútbol a Duilio Rodolfo Bertone, a pesar de que éste se encontraba imputado en dos causas penales por abusar de dos niños de 3 y 4 años, cuando él fue profesor de educación física en dos jardines de infantes (Pueblito Mágico y Nuestra Señora de La Merced). Continuó trabajando, fue declarado culpable y, hoy, se encuentra en prisión, cumpliendo una condena de 10 años. El juez Emilio Andruet lo encontró responsable a Bertone del delito de abuso sexual gravemente ultrajante, agravado por su calidad de educador.
El 6 de diciembre, Gallero fue llamado a declaratoria, pero se abstuvo de declarar. Sin embargo, entre los pedidos de datos y preguntas de rigor que se le efectuaron, él respondió “no conocer a Estefanía Lisa”.
Ante el avance de la causa judicial, los miembros de la unión de profesores de tenis de Río Cuarto decidieron separarlo de manera preventiva, hasta que “la Justicia se expida”. “Es un tema grave y muy delicado que toca de lleno a los profesores de tenis -manifiestan desde dicha unión-. No es agradable que haya pasado con un profesor de tenis y nosotros no apoyamos este tipo de situaciones.”
Estefanía, de a poco, se va reconstruyendo y desde hace cinco años está en pareja con Juan Manuel, en lo que considera un logro por haber podido generar un vínculo sano. “Una relación así me ha ayudado mucho y creo que, a partir de eso, yo también empecé a sanar.”
– Hacés mención a lo que perdiste como deportista y a tu relación con el tenis. ¿Y como persona?
– ¡Sí, claro!
– ¿Y quién perdió más, la persona o la deportista?
– (Corre la vista, piensa, le lleva tres segundos y emerge la respuesta) La persona, porque lo primero que tuve que recuperar fue ‘mí autoestima’ (vuelve a enfatizar) personal, como mujer, como hija, como estudiante. Porque yo siempre sentía que no era capaz de lograr nada. Primero tuve que reconstruirme como persona para después construirme como deportista.
La Asociación Argentina de Tenis (AAT) se enteró de la situación y Estefanía pudo tomar contacto con Agustín Calleri y Mariano Zabaleta (presidente y vice), quienes se pusieron a disposición y le comunicaron que cuentan con todo el soporte que la institución pueda brindarle.
“A las autoridades de Río Cuarto y a las de la AAT les pedí que pusieran más énfasis en resguardar a los chicos que van a los clubes. No puede ser que a un alumno universitario se le pida un certificado de antecedentes penales y a cualquier profe que se presente no le piden nada”, reclama con autoridad.
Después de haberlo hecho público, Estefanía volvió a reencontrarse con gente de la cual se había alejado, se siente más liviana, pudo sacarse una pesada carga que la hundía en las baldosas de Río Cuarto. “Volví a ser yo, me siento más libre. Encontrarme con gente que ahora me mira y me comprende, que me dice ‘yo te apoyo’, ‘vamos para adelante’ y que es mucha. Tanta, que no me alcanzan los pelos de mi cabeza para contarla. Y siento que, al hablar, lo hago por un montón de chicas y chicos que no se animan a hacerlo, porque el abuso no distingue sexo. Tal vez, las mujeres seamos más vulnerables, pero existen muchos casos de varones abusados.”
“Hay una frase que compartimos en un grupo de chicas abusadas que dice: ‘Nunca más tendrán la comodidad de nuestro silencio’. ¡Del mío, nunca! Y sé que con esto muchas otras chicas van a sentirse motivadas a liberarse de ese peso a denunciar. Es difícil y es traumático, pero es necesario para sanar. Evitando el tema sólo vamos acumulando dolor que luego se manifiesta en síntomas de salud. Si bien el género femenino es el más vulnerado, el masculino también sufre violencia y abuso. No hablar es suicidarse”, intenta dejar como mensaje Estefanía, casi como implorando evitar el mismo final de “La muchacha de los libros usados”: “Te suicidaste lanzándote al vacío que hay de la boca para adentro”.
FOTO TAPA >: ARIEL GALLERO
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No fue lawfare: mentiras y trampas en el juicio de Vialidad que condenó a Cristina
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2 semanas agoon
12 marzo, 2023By
Maru Valle
Abogados que ocultaron tramos de documentos oficiales en que basaron las defensas porque lo omitido hundía a sus clientes. O que le enrostraron a la Fiscalía haber lanzado afirmaciones que en realidad nunca lanzó para confundir al tribunal o a la opinión pública. O que denunciaron la violación del derecho de defensa por no haber sido notificados sobre la incorporación de una prueba al expediente cuando sí fueron notificados. O varios peritos de parte y testigos que orillaron el falso testimonio con afirmaciones sesgadas. O empleados de Vialidad que… la lista continúa.
El Tribunal Oral Federal que condenó a la vicepresidenta Cristina Kirchner en la “causa Vialidad” reflejó en el fallo que difundió este jueves múltiples episodios en los que las defensas intentaron jugadas, como mínimo, polémicas. Tanto, que el tribunal le notificó lo ocurrido al Colegio Público de Abogados de la Capital Federal para que “fiscalice las temerarias intervenciones profesionales” y, acaso, aplique sanciones disciplinarias.
Esas “temerarias intervenciones” de los abogados reflejaron un contraste notorio entre las acusaciones de lawfare y lo que salió a la luz, con evidencias concretas, durante las audiencias del juicio oral, según surge de la sentencia de 1616 páginas que rubricaron los magistrados Jorge Gorini, Rodrigo Giménez Uriburu y Andrés Basso.
De hecho, el tribunal remarcó a lo largo del fallo que algunas defensas incurrieron repetidas veces en una “actitud estratégica de elegir los presupuestos de la acusación para luego poder defenderse de dichos extremos inexistentes”, lo que calificó como “una verdadera y despiadada lucha contra los molinos de viento”. ¿Por qué? Porque para algunas defensas, según el estimó el tribunal, lo más importante no se dirimía en las audiencias del juicio, sino en “la instalación de una narrativa en el plano extraprocesal”. Es decir, la difusión de un relato ante la opinión pública a través de los medios de comunicación y propaganda afines.
La lectura del fallo aporta numerosos ejemplos. Entre ellos, cuando los defensores de Cristina Kirchner, Carlos Beraldi y Ary Llernovoy, remarcaron que no había mensajes directos entre la entonces Presidenta y su secretario de Obras Públicas, José López, y esgrimieron esa ausencia como una prueba irrefutable de la inocencia de su defendida. “¿Esperaban que la Presidenta de la Nación chateara personalmente con López?”, se preguntó el tribunal. “¿Quién más que la entonces Presidenta, a través de su asistente personal, podría ordenarle a un Secretario de Estado que se hiciese presente en la quinta de Olivos o en Casa de Gobierno a una hora determinada?”, plantearon Gorini, Giménez Uriburu y Basso, para luego indicar que esa jugada defensiva era “realmente llamativa” y “manifiestamente endeble”.
El letrado de Lázaro Báez, Juan Martín Villanueva, fue, sin embargo, el que protagonizó más episodios cuestionablesc como cuando sostuvo que su cliente había sido un empleado bancario que ascendió en el escalafón hasta convertirse en el máximo ejecutivo del Banco de Santa Cruz, y le enrostró al fiscal Diego Luciani haber dicho que era mero “cajero” bancario.
Pero eso era falso. Luciani jamás lo dijo, aclaró el tribunal. “Si alguien utilizó ese término fue la propia defensa de Báez, la que puso ese concepto en boca de los Fiscales para luego poder cuestionarlo y probar un pretenso yerro tanto en el plano procesal como en el mediático”. Y más allá de eso, el tribunal le recordó que lo esencial del debate pasó por otro lado: ¿tenía Báez experiencia en la obra pública? Y allí tropezó su defensa: “El intento de la defensa técnica de Báez de presentarlo como un avezado directivo de una empresa constructora es directamente una farsa”, concluyeron los magistrados. Una y otra vez, empero, Báez y sus letrados incurrieron en “falsedades” o “falacias”, según el tribunal. Por ejemplo, cuando quisieron sostener que Austral Construcciones se constituyó en abril de 2003 y acusaron a los fiscales de “falsear” el acta constitutiva porque “no les servía la verdad”, lo que también levantó y difundió la maquinaria de difusión cercana al kirchnerismo. Pero en realidad, según verificó el tribunal, la Fiscalía tenía la razón, apoyado en un documento que así lo demostró y que conocían todas las partes. “Nos enfrentamos, una vez más, frente a un artilugio defensista cimentado en una nueva falsedad”, estimó el tribunal.
La diferencia entre el relato y las evidencias también quedó expuesta cuando se analizó cómo fue el proceso de recálculo en las obras otorgadas a Báez. La defensa invocó un informe que aportó la Dirección Nacional de Vialidad que calificó como “una prueba central” que demostraba “dos mentiras” de la Fiscalía y cuya solidez era “incontrovertible”. Pero, ¿qué pasó? Según el tribunal, la defensa incurrió en un “berenjenal comparativo” que lo llevó a esbozar conclusiones erróneas o, peor, “opuestas” a las reales.
“La treta”
Lo mismo, aclaró el tribunal, ocurrió cuando se analizaron la ampliación del plazo o las redeterminaciones de precios en las obras, entre otros ejes. “Una vez más, las defensas escogieron ellas mismas los ejes sobre los que ejercer su defensa, y en ese afán realizaron estruendosas y simbióticas alegaciones sobre la licitud del procedimiento, el acierto en los cálculos y el sacrificio económico que resultaba su aplicación para las empresas”, destacaron los magistrados, cuando en realidad lo nuclear pasaba por otro lado. “El yerro en el que caen las defensas […] se encuentra íntimamente vinculado al escandaloso sistema de aprobación de las ampliaciones de plazos y modificaciones de obras (por su automaticidad, inmotivación, falta de acreditación, justificación, control y fundamento, etc.) que lo antecedió, pues ahí residía la treta”.
Lejos de amilanarse, sin embargo, las defensas redoblaron la apuesta. También buscaron relativizar la importancia de que Báez tuviera tanta preponderancia en el reparto de la obra pública en Santa Cruz. Para eso plantearon que en cada provincia suele haber una constructora con mayor peso porque, por ejemplo, está localizada allí, con sus maquinarias y personal, lo que buscó probar el letrado de Báez con un documento que, según alertó el tribunal, “no cuenta con la totalidad del universo de obras financiadas y/o ejecutadas por la Dirección Nacional de Vialidad en el período en cuestión”.
El tribunal requirió entonces más información oficial y lo que obtuvo, lejos de beneficiar a los acusados, los complicó aún más. “La comparación completa y fundamentada en datos es apabullante”, destacaron Gorini, Giménez Uriburu y Basso, que se apoyaron en datos “objetivos y verificables” para evaluar la distribución de sus negocios, y deploraron lo que calificaron como “pseudos conocimientos especiales” que invocaron los letrados y que fueron levantados por los medios de comunicación más afines al Frente de Todos.
Testigos y peritos de parte
En otros tramos de la sentencia, el tribunal también criticó la actuación de varios testigos y peritos propuestos por las defensas. Entre ellas, una ingeniera designada como perito por la defensa de la actual vicepresidenta, Adriana Alperovich, quien para apoyar a quien la había contratado llegó a utilizar “bibliografía estudiantil guatemalteca, peruana y colombiana, sin precisar sus antecedentes, calificación y rigurosidad técnica”. Eran tesis de grado.
Eso no fue todo. “Sobrepasando los límites de la tarea pericial que le fuera encomendada”, Alperovich “omitió deliberadamente su abordaje completo y recurrió a normas, dictámenes y antecedentes que no resultan ni remotamente aplicables al caso”, indicó el tribunal, hasta ofrecer “una versión exculpatoria que no resiste el menor análisis técnico”. Pero su relevancia en los tribunales fue lo de menos. Su testimonio fue ensalzado por la defensa y levantado por los medios de comunicación afines como “la única que hizo un estudio serio” y “quien de manera fundada descartó la acusación de sobreprecio. En la misma línea, varios testigos quedaron bajo la lupa, como Daniel Semino o Laura Hindie, que durante el juicio intentó relativizar lo que ella misma, como jefa de Legales del Distrito 23° de Vialidad, había sostenido apenas nueve meses después de ocurridos los hechos. ¿Qué pasó en el medio? Que asumió como diputada por el Frente de Todos. Para el tribunal, su giro resultó una “calculada y casi frívola mutación” que la llevó a modificar “su percepción de los hechos de manera infantil y con un sentido de la oportunidad asombroso”. Pero en las usinas de propaganda fue presentada como “una testigo fundamental”.
Como el de Hindie, los defensores y medios afines al kirchnerismo también propalaron el testimonio de Justo Pastor Romero, un auditor de Vialidad Nacional que al declarar durante el juicio oral “escondió en su fundamentación un error de base” conceptual, según el tribunal, y lanzó “temerarias interpretaciones” sobre un informe, “totalmente opuestas a las aclaraciones que realizaron sus hacedores en relación a sus alcances”. Y otra vez se repitió la dinámica: los magistrados desconfiaron de su credibilidad, al punto de indicar que les pareció que estaba “constantemente repitiendo un libreto”. ¿Y los medios de propaganda oficialistas? Lo definieron como “otro testigo demoledor”.
Columnas y notificaciones
Sin embargo, el tribunal estimó que no sólo ciertos testigos parecieron seguir un libreto propio. También la defensa de Báez editó el contenido de los “reporte por certificación de obra” que expuso durante el juicio. “Para empezar, [el material] se trata de una muestra parcializada del informe en cuestión”, alertaron los magistrados, que lo compararon con el informe completo. “Como puede verse de una simple comparación, 6 columnas han sido suprimidas del documento en ciernes”.
Pero si el uso de información parcial o manipulada durante un juicio resulta cuestionable, casi todas las defensas incurrieron en otro error, decisivo en el resultado final del proceso. Ocurrió cuando se incorporó a la “causa Vialidad” evidencias de otra investigación, la 12.441/2008. Es decir, el contenido de los teléfonos de José López; en particular, los mensajes que el exsecretario de Obras Públicas cruzó con los secretarios privados de Cristina Kirchner, Máximo Kirchner, Báez y su alfil en Austral Construcciones, Julio Mendoza.
La tormenta se desató cuando el fiscal Luciani usó esos mensajes en su alegato de manera intensiva. Las defensas clamaron que se violaba el principio de defensa en juicio de sus clientes y que jamás habían sido notificados sobre el eventual uso de ese material, lo que amplificaron sus canales habituales de difusión y propaganda, donde se afirmó que era “una prueba introducida silenciosamente en el juicio”, sin que las partes pudieran objetar su inclusión.
La realidad fue, otra vez, distinta. Así lo expuso el tribunal en su sentencia: “Las alegaciones introducidas por algunas defensas en torno a la supuesta sorpresa que habría significado para esas partes el hecho de conocer el contenido de esa prueba recién durante el alegato de clausura fiscal resultan completamente inadmisible”. ¿Por qué? Porque la Fiscalía pidió incorporar ese material al expediente mucho antes del inicio del juicio, todas las partes fueron notificadas de su interés e invitadas a compulsar ese material, que quedó a disposición de todos desde noviembre de 2017, tanto en la sede del tribunal como en forma digital.
Dicho de otro modo: las defensas sí fueron notificadas sobre el eventual uso de los teléfonos de López como prueba, pero no reaccionaron. Para el tribunal, la conclusión es tan clara como tajante: “Independientemente de si se trató de una decisión deliberada o una negligencia en el ejercicio del ministerio de la defensa, lo que de ninguna manera puede permitirse es atribuir ni vincular esa supuesta sorpresa con el comportamiento procesal que ha tenido este tribunal”.
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Judiciales
Elevan a juicio a exfuncionarios y empresarios en otro tramo del caso de los cuadernos de las coimas
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1 mes agoon
14 febrero, 2023By
Ruben Muñoz
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El juez federal Julián Ercolini elevó a juicio oral y público una parte del caso de los “cuadernos de las coimas” en el que están acusados el exfuncionario del Ministerio de Planificación Roberto Baratta, el exjefe de Gabinete de Cristina Kirchner Juan Manuel Abal Medina, dos excolaboradores suyos y el empresario Armando Loson, acusados de recibir y entregar sobornos, respectivamente.
Baratta y Loson están imputados como autores de cohecho reiterado en 10 ocasiones por un total de 4.200.000 dólares entre 2013 y 2015. En el caso de Abal Medina, Nelson Lazarte y Hugo Larraburu, se los considera partícipes secundarios en tres hechos. Esta última imputación se refiere a que el dinero entregado a Lazarte en tres ocasiones, en agosto y septiembre de 2013, habría sido derivado a Larraburu, excoordinador de la Unidad Ministro de la Jefatura de Gabinete de Ministros, que dependía de Abal Medina
Loson viene insistiendo en que no fueron sobornos sino que se trataron de aportes para la campaña electoral, que las “entregas de dinero se hicieron bajo presión como aporte a campañas políticas” y que su empresa “no se benefició en modo alguno por los pagos”.
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El juez Ercolini rechazó enviar este expediente a la justicia electoral, pero no obstante escribió que las defensas pueden volver a realizar estos planteos ante el tribunal oral que será, en definitiva, el que debe resolver.
En este caso de los cuadernos de las coimas, ya elevado en su mayor parte a juicio, se investiga a Cristina Kirchner como una de las jefas de una asociación ilícita integrada por exfuncionarios que recibían dinero de empresarios para asegurarse la continuidad de los contratos de obra pública. El exchofer del Ministerio de Planificación Oscar Centeno, en ocasiones en compañía de Baratta, recogía el dinero de los sobornos y los llevaba en ocasiones al Ministerio o a la casa de la vicepresidenta, donde era recibido por su secretario privado, Daniel Muñoz. Centeno detalló en cuadernos los recorridos que hacía, dónde recogía el dinero y dónde lo llevaba.
La sentencia se Ercolini se conoció luego de que la Cámara Federal rechazara un pedido de Loson para declarar nulo parte del caso y ser sobreseído. El empresario basó su solicitud en que en los cuadernos se detectaron sobrescrituras y enmiendas en renglones donde aparecía su nombre o la dirección de su empresa.
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Los camaristas Leopoldo Bruglia y Pablo Bertuzzi rechazaron la pretensión de Loson. Dijeron que a pesar de que hay sobreescritos y enmiendas, hay otros tramos de los cuadernos donde su nombre o la dirección de su empresa aparece claramente identificada, lo que basta para sostener las acusaciones en su contra. Asimismo, dejaron en pie la investigación sobre la manera en que los cuadernos aparecen alterados.
Ercolini, con ese fallo en la mano, decidió que a estos acusados les cabe la imputación de cohecho y no de asociación ilícita, por la que fueron sobreseídos, y señaló que “dada la provisionalidad de esta etapa procesal, eventualmente será el Tribunal Oral que intervenga el encargado de establecer la calificación definitiva de las conductas”, donde además “la parte podrá volver a efectuar (si así lo considera) este mismo planteo”.
Para el juez, las defensas no expusieron razones que lo convenzan de que “la continuidad del trámite conforme el proceso legal” pueda perjudicar a los acusados y expresó que “el juicio oral se presenta como la instancia ideal de resolución de las opiniones divergentes en torno a las acusaciones que se erigen en su contra”, donde están dadas las garantías de “oralidad, publicidad, contradicción, inmediación, continuidad que hacen de ese ámbito el más adecuado para la discusión de las cuestiones controvertidas entre las partes”.
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La parte principal del caso de los cuadernos de las coimas ya fue elevada a juicio oral en 2019. Está en manos de los jueces Germán Castelli, Enrique Méndez Signori y Fernando Canero. Castelli llegó a ese tribunal trasladado desde otro de San Martín, antes de recibir este caso, pero de todos modos es cuestionado por el kirchnerismo. La fiscal en la etapa del juicio oral es Fabiana León.
La causa está en la etapa de ofrecimiento de prueba, donde los acusados, que son unos 150 entre exfuncionarios y empresarios, propusieron a sus testigos y la realización de peritajes contables y caligráficos sobre los cuadernos de las coimas, que están resguardados por el tribunal.
Ahora, los jueces deben decidir qué prueba admiten y cuál no, y empezar a realizar esta instrucción suplementaria antes de ponerle fecha de inicio al juicio oral y público, acaso a fines de 2023.
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