Pocos afiliados en un padrón que supera los 30.000 se acercaron a votar en la interna del PJ local, apenas algo más del 15%. Y muy pocos eligieron por la lista encabezada por Fernanda Raverta que, pese al triunfo nominal, suma una nueva derrota que la coloca en la picota de cara a su pretensión de liderar, por tercera vez consecutiva, la candidatura del Frente de Todos en 2023.
La ausencia de muchos de sus hasta ayer compañeros de ruta, que prefirieron no expresar una sola palabra acerca de lo ocurrido, es claro síntoma de que su liderazgo -que ya había quedado maltrecho tras la debacle de la última elección- es ahora solo la expresión grosera de un toma y daca en el que la caja que maneja es un único elemento movilizador de lealtades.
Y sabe que arriba, donde se resuelven las cosas, los cuestionamientos son cada vez mayores: «¿vale la pena poner en manos de esta chica miles de millones de pesos para perder siempre?» se preguntan cada vez más personas de las que deciden.
Raverta sumó 3.158 votos, lo que dividido por el costo de la movilización casi forzada de personas a las que se afilió compulsivamente y/o se las amenazó con quitar algún beneficio -era obsceno el operativo de control en las inmediaciones de la sede del comicio- arroja un costo por voto cercano a los $10.000.
Y ni así pudo evitar que sus oponentes, el director del Correo Central Rodolfo «Manino» Iriart y el hasta ayer titular partidario Juan Manuel Rapacioli, se quedaran con el 41,4% de los votos logrando holgadamente la minoría en la nueva conducción.
Y con una sensación triunfal que, unida a aquellos cuestionamientos de los que hablábamos más arriba, dejan a la golpeada líder en otra posición de debilidad real que va creciendo día a día : cuestionada en el bloque, mirada con lupa en la conducción nacional, suma ahora un partido en el que ya anoche muchos de los integrantes de su propia lista -alguno de ellos herido por lo que consideraba un destrato a su larga trayectoria dentro del partido y del Concejo- ya hablaban de la necesidad de acordar con Iriart de cara al armado que viene.
La desorientación, el escapar a la prensa y/o culpar al gobierno de Guillermo Montenegro de inmiscuirse en la interna «pejotista» no hicieron más que proyectar la imagen de debilidad y sorpresa ante un escenario que se asemejaba a una pesadilla: la subestimación al afiliado, la compra venta de voluntades y los aprietes recibieron como respuesta un triunfo escuálido que suma más para el lamento que para el festejo.
Y dispara otras preguntas. ..
Si apenas algo más de 3000 personas votaron por Raverta… ¿cuál fue el aporte de Lucas Fiorini a esa cifra?. Anoche en las tiendas beduinas de CREAR hablaban de haber movilizado «más de mil personas»...¿es qué a Fernanda la votaron menos de 2000 propios?, ¿esa es la verdadera convocatoria del Frente de Todos?...¿y el Frente Renovador que había prometido afiliaciones y movilización?.
Muchas cosas deberán ser replanteadas de cara a lo que viene. Pero todo indica que, por tercera vez consecutiva, quedó en claro que no es quien hoy insiste en encabezar al kirchnerismo local la figura que concite el apoyo de propios y extraños para lograrlo.
Es el ocaso…y el cuerpo lo sabe.
Por Adrián Freijo –
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