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Tiene 72 años y la llave del club para ir a tirar al aro: “Este año, que no pudimos jugar, estaba loco”, admitió

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Raúl López fue uno de los grandes del básquetbol bahiense. Su pasión no tiene freno: “A mí me gusta ganar a todo… Y estoy siempre al límite. Debo reconocer que, por ahí, a veces me paso, pero es mi carácter”, admite.

Raúl, con la mira siempre en el cesto. Fotos: Emmanuel Briane y archivo-La Nueva.

Por Fdriguezefe

Instagram: feroernando Rodríguez

Twitter: @rodriguez_

(Nota publicada en la edición impresa)

e   Tempramental, frontal, aguerrido, entusiasta, así era Raúl López cuando se mezclaba con los grandes: Fruet, Cabrera, De Lizaso, Monachesi, Cortondo y compañía.

También, más acá en el tiempo, cuando le tocó ser compañero de Hernán Montenegro, Martín Ipucha, Alejandro Navallo y tantos otros.

Así continúa comportándose entre los veteranos, cuando juega los picados informales o en la Maxi Liga.

“A mí me gusta ganar a todo –aclara, como si hiciera falta-. No me gusta perder. Y estoy siempre al límite. Debo reconocer que, por ahí, a veces me paso, pero es mi carácter”.

Pelota y llave en mano, Raúl siempre está dispuesto para jugar.

 

Disimulando los 72 años es protagonista, disfruta, se enoja, pelea y marca el ejemplo, aunque a veces su temperamento lo traicione. Es su esencia. Lo admite y lo argumenta.

“He discutido mucho adentro de la cancha. Lo que me hacía calentar era la mala intención. Siempre tuve discusiones –reconoce- porque era molesto y jugaba fuerte, pero nunca con mala fe. Ahora, si me pegaban, yo pegaba”.

   —¿Te siguen molestando las mismas actitudes?

—Sí y también cuando no te respetan. No porque desconozcan quién fui.

   —¿Y quién fuiste?

—Un buen jugador, humildemente, sin ser un fenómeno.

Raúl Héctor López se formó en El Nacional (campeón de Cadetes -1965-, Reserva de Segunda -1964-, Tercera -1965- y Segunda -1968-) y también jugó en Villa Mitre (ganó un torneo Oficial de Segunda -1977- y dos de Primera -1985 y 1988-).

Villa Mitre, campeón de Segunda 1977. Parados, desde la izquierda, Raúl Boiza, Daniel Alzueta, Ricardo Feser, Raúl López, Néstor Sánchez y Gustavo Caldarelli. Abajo: Rubén Martín, Néstor González, Roberto Capaccioni, Daniel Mariani y Marcelo Simos. También jugó Jorge Migliori. DT: A.P. Cabrera.

 

Con la selección bahiense ganó cinco Provinciales y en tres fue subcampéon; con Provincia fue campeón en los seis torneos Argentinos que participó y hasta llegó a la selección argentina, durante una gira por Bolivia.

Casado con Marta Hernández, padre de dos hijas (Soledad y Guillermina) y con tres nietos (Santino, Catalina y Justina), Raúl todavía tiene que trabajar –hace services de lavarropas- para llegar a fin de mes tranquilo.

   —Pudiste disfrutar a pleno la época de gloria de Bahía y el inicio de la Liga, jugando la B con Villa Mitre. ¿Sos de los que reniegan por no haber nacido unos años más tarde para poder vivir del básquet?

—No, lo acepto. Porque mi época fue muy linda; jugaba todos los fines de semana y también con la Selección. Sí hubiera sido lindo jugar y que encima me pagaran por hacer lo que me gustaba. Igual estoy contento de haber vivido esa época, porque sin los grandes jugadores tal vez no hubiera figurado en ningún lado.

San Luis, 1969, primer título Argentino para Raúl. Parados: Miguel Ripullone (DT), Bill A. Brusa (asistente), Giorgio Ugozzoli, José I. De Lizaso, Carlos González, Osvaldo Goizueta, Atilio Fruet, Aldaz (kinesiólogo) y Alberto P. Cabrera. Abajo: Jorge Cortondo, Alberto Galliadi, Miguel Chicharro, Miguel Requi, Raúl López y Ernesto Gehrmann.

 

Raúl habla en pasado sin dejar de disfrutar el presente.

“En marzo, cuando no podía salir, mi sobrino que vive en Estados Unidos y corre en bicicleta, y un vecino que es profesor de educación física me dieron dos rutinas: una de bicicleta y otra de pesas. Me vino bien –resalta- porque, inclusive, bajé de peso y gané masa muscular”.

   —¿Te cuidás en las comidas?

—Sí, aunque me doy un permitido. Pero eso lo hice toda la vida.

Los hábitos adquiridos, su seriedad y perseverancia se conjugan con la pasión, al punto que tiene la llave del cajón de la cortada Drago para ir a tirar al aro o armar algún partidito allí, en el Américo Mandolesi de El Nacional.

   —¿Qué te motiva a seguir cuidándote y entrenándote, más allá de tu responsabilidad por la propia salud?

—Siempre me entrené como un profesional, sin serlo, y quise dar el ejemplo, sobre todo a los más chicos. Ahora llegan cinco minutos antes, con sus zapatillitas en la mano y se van ni bien termina el entrenamiento.

   —No como hacías vos.

—Yo llegaba primero y me quedaba. Sabía que beneficiaba al equipo y a mí.

Por izquierda, con derecha, doble de Raúl, con Villa Mitre, ante Barracas, en 1984.

 

   —¿Cuánto te beneficiaron esos hábitos y cuidados?

—Yo tenía condiciones pero no era un habilidoso de aquellos. Tenía que suplir la falta de técnica con el aspecto físico. Me motivaba eso, practicar solo, tirar de zurda y de derecha; todo me ayudó a mejorar.

   —Sos zurdo y tirás con derecha. Explicame cómo lo desarrollaste.

—Soy zurdo y escribo con la izquierda. Pero tiro con las dos manos, aunque con la derecha me sale mejor, je.

   —¿El carácter te benefició?

—Sí. Imaginate que en mi época, si no tenías un poco de carácter, en las selecciones no podías jugar. Había mucha camarilla.

Rodeado de grandes, con Bahía, en Burzaco, 1971. Parados: Raúl Álvarez, José I. De Lizaso, Néstor Sánchez, Adolfo Scheines, Oscar Valussi y Alberto P. Cabrera. Abajo: Jorge Cortondo, Guillermo Faure, Raúl López, Roberto Ojunián, Alfredo Monachesi y Jorge Mc Donald.

 

   —¿Considerás que más allá de tu gran nivel quedaste un poco a la sombra de algunas figuras, como en segunda línea?

—Antes no había mucho recambio y aunque alguno jugara mal lo dejaban en la cancha. Si yo hubiera sido obsecuente, podría haber logrado muchos beneficios más, no solo deportivos, sino también económicos.

   —Esa frontalidad innegociable que te caracteriza, ¿te jugó más en contra que a favor?

—Lo importante en la vida es ser honesto, derecho e ir de frente. Es la base de mi vida. Así se lo inculqué a mis hijas. A mí me ayudó personalmente, tal vez me perjudicó en lo deportivo y económico. Lo único que cambié es la forma de decir las cosas, pero mantengo los principios.

   —¿Asumías que tu frontalidad te llevaba a ser el renegado de los grupos?

—Y… Sí. Vos acá decís las cosas y te tildan de loco. Pero nunca me guardé nada y le dije, a quien fuera, lo que tenía que decirle.

   —No te callabas nada.

—No. Y decirle algo a determinada gente era imperdonable. Inclusive, alguna vez un técnico de una Selección me habló y me dijo que querían hacer una renovación, pero resulta que era yo solo el que entraba en la renovación. Él sabe bien quién es, aunque no lo voy a nombrar. Pero seguí igual. Por ese motivo me perdí como tres campeonatos Argentinos, porque me peleé con Ripullone (DT). Pero claro, reconozco que molestaba.

   —¿Por qué te fuiste de El Nacional?

—En El Nacional nunca cobré un peso, al contrario. Estaban construyendo un edificio a la vuelta del club, le comenté a un dirigente si podían conseguirme un departamento, porque eran ellos los que administraban. Yo iba a pagarlo, no pretendía que me lo regalaran. Y me dijo que “no, que era muy grande para mí y que iban a conseguirme otro, algo que nunca sucedió”. En esa época no tenía casa, alquilaba o vivía en lo de mis padres o mis suegros.

   —Y te fuiste a Villa Mitre.

—Sí. Con Chiche Piña en una oportunidad casi nos agarramos a las trompadas, pero gracias a él y al club Villa Mitre tengo la casa. Tenía que entregar la plata del terreno, el resto lo financiaba el banco. Lo fui a ver a Chiche para preguntarle si podía conseguirme un crédito para darme la mitad, porque la otra yo la tenía; metió la mano en el bolsillo y sacó siete de los nueve que faltaban: “a la tarde vení que te doy los otros dos. Me los pagás como podés”, me dijo. Con él estaban Juan Carlos Hernández, Quique Montecchiari, los hermanos Molteni y toda esa gente del club que es una barbaridad. En la mayoría de mis años en Villa Mitre jugué gratis y si podían nos daban algo. Pero con ese regalo, ¿podía pedirle algo más al club?

   —¿Te quedaron cosas pendientes con El Nacional?

—Con el grupo que agarró después, Luis Merlini y (Carlos) Stipanchich, entre otros, no me hubiera ido. Me hubiese gustado quedarme en el club para jugar con el Leche (Merlini), el Oso (Núñez) y un montón de otros chicos. Incluso, me quedé con ganas de ser campeón de Primera.

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   —¿Estás más cerca de El Nacional que de Villa Mitre?

—Sí, porque en El Nacional tengo mis amigos de la infancia. Yo nací a cincuenta metros del club y desde los 6 años que estaba ahí. Me fui a los 28 años a Villa Mitre. Me identifico más por eso, inclusive nos seguimos juntando. En Villa Mitre también hice algunos amigos, aunque no voy demasiado, trato de evitarlo porque hay un dirigente al que no lo quiero, pero son cosas de la vida, por mi forma de ser.

   —En tu vida no hay grises.

—No. Capaz que está mal, pero por mi forma de pensar conmigo sos derecho o no.

   —¿Cuántas veces te arrepentiste de no haberte mordido la lengua?

—Muchas. Adentro de la cancha soy un desastre, me caliento mal y después me doy cuenta. Pero es porque me gusta ganar; lo que pasa que hay gente que se queda con esa imagen y le parece que afuera uno también es así.

   —¿Y cómo sos afuera?

—También me caliento, pero no como en la cancha. Me he peleado con los árbitros, con rivales, pero los que no te conocen te rotulan como que sos un loco.

Villa Mitre, campeón 1988. Parados: Jorge Fernández, Sergio García, José L. Salmeri, Raúl López y Sergio Salecchia. Abajo: Ariel Hosni, Hernán Gulino, Guillermo López, Juan Garayzar y Ramón Priore.

 

   —¿Te hubiera gustado jugar con la camiseta de Olimpo o Estudiantes?

—Pude jugar como refuerzo en varias oportunidades.

   —¿Con quién te hubieras identificado más?

—Y… Por la forma de jugar, con Olimpo. Como en Villa Mitre, mi perfil encajaba justo.

 —Y ponías banca, como cuando respaldaste al debutante Oveja Hernández. (La anécdota del reconocido técnico: “Una vez echaron al Huevo Sánchez y quedé yo, con 18 años. Huevo tenía buena relación con (Dante) Fleitas. Y antes de la charla técnica preguntó: ‘¿vos estás acá porque te sentís capacitado o porque te obligaron los dirigentes? Y saltó Raúl López y le dijo: ‘Fleitas, el entrenador ahora es él y lo que diga se hace, ¿está claro? Si no te gusta, te vas’”.

—Claro, con Oveja la relación fue muy especial, porque cuando fui a Villa Mitre lo dirigí, después jugó conmigo y más tarde me dirigió. Y en ese momento salí a respaldarlo. Si lo habían puesto los dirigentes teníamos que bancarlo. Yo en general bancaba a los técnicos, pero también era medio insoportable, ¿eh? Jamás le dije poné o sacá a alguno. A mí me lo hicieron y no es lindo.

Villa Mitre, 1981. Parados, Sergio Hernández, Raúl López, Ricardo Feser, Sergio Salecchia, Daniel Zalguizuri y Daniel Miranda. Abajo: Sergio Moreno, Pablo Scoppa, Miguel Cuenca, Martín Ipucha y Guillermo Ferrara.

 

   —¿Hasta cuándo vas a seguir jugando?

—Mientras físicamente esté bien…

   —En tu casa quieren que vayas a jugar.

—Sí, je. Mi señora me pregunta, “¿hoy no vas a jugar?”. Me siento bien físicamente y creo no pasar vergüenza. Me encanta ir a jugar.

   —¿Y qué sentís cuando se suspende un partido?

—Este año, que no pudimos jugar, estaba loco. Aunque, te aclaro, me vino bien para hacer la pretemporada más larga de mi carrera.

Raúl López es así: sinónimo de esfuerzo, dedicación y perseverancia.

Los años pasan, su esencia no envejecerá jamás.

FUENTE : LA NUEVA

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El homenaje de la CONMEBOL a la Selección Argentina en Paraguay

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La Selección Argentina fue homenajeada este lunes en Paraguay por la Confederación Sudamericana de Fútbol (CONMEBOL) tras el título logrado en el Mundial de Qatar 2022.

La fiesta, bautizada como La Noche de las Estrellas y conducida por Juan José Buscaglia y María Granziera, arrancó con videos que rememoraron a los distintos campeones del continente sudamericano a lo largo de la historia y finalizaron haciendo énfasis en la Scaloneta, que se consagró el 18 de diciembre en Medio Oriente.

Luego, Alejandro Domínguez, presidente de la CONMEBOL, tomó la palabra en Luque, “la casa del fútbol sudamericano”, para darles la bienvenida a todos los presentes, agradecerles a los campeones del mundo mediante un repaso de tweets de celebración y distinguir a Claudio Tapia, presidente de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), como el mejor dirigente del fútbol sudamericano. El Chiqui, visiblemente emocionado, le agradeció al plantel campeón del mundo por hacer posible el sueño.

A continuación, fue el turno de Lionel Scaloni y todo su cuerpo técnico, integrado por Fabián Ayala, Pablo Aimar, Walter Samuel, Luis Martín y Martín Tocalli, con el conductor de la Scaloneta tomando la palabra y festejando la unión de todo el continente.

Uno de los momentos más emotivos de la jornada llegó con la entrega de galardones a los jugadores campeones del mundo, que recibieron sus distinciones por parte de hinchas virales. Fernando Romero, autor de la letra de Muchachos, que en Qatar pasó de canción a himno; Juan Ignacio Sara, que se hizo conocido al bailar como el Dibu Martínez; Gonzalo De Santis, famoso por el tatuaje que se hizo durante el Mundial; José Andrada, quien emocionó a todos en Argentina agradeciéndole a la Selección y esta noche en Paraguay; y Ana Belén Godoy, freestyler que hizo de las suyas en Medio Oriente, tuvieron la posibilidad de hablar ante los jugadores y rendirles tributo.

Luego, Soledad Pastorutti saltó al escenario para cantarle Brindis a Lionel Messi, quien recordó la consagración en Qatar 2022, conoció su estatua, recibió el bastón de mandó del fútbol mundial de parte de Alejandro Domínguez y cerró una noche muy emotiva en Luque.

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Histórico reconocimiento: el predio de la AFA en Ezeiza se llamará “Lionel Messi”

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El fútbol argentino vivió este sábado un día histórico cuando Claudio Tapia, presidente de la AFA, anunció en un evento que contó con la presencia de los futbolistas campeones del mundo en Qatar, pero también de exjugadores de la Selección, de capitanes, entrenadores de los clubes argentinos y de jugadoras de fútbol femenino que el complejo habitacional del predio de Ezeiza se llamará Lionel Messi.

“Hemos logrado que en cualquier lugar del mundo haya un argentino jugando al fútbol, representándonos. Hoy es un día especial para nuestra casa, es uno de los días más importantes. Quiero agradecer que nos estén acompañando dirigentes, jugadores y jugadoras de la Liga. En el 2017 nos tocó asumir y refundar el fútbol argentino, y dentro de los que nos tocó refundar estaba lo edilicio, la gestión. Nos encontramos con este muerto que no estaba cerrado. Había varios proyectos dando vueltas y no sabíamos para qué servía. Hoy sí sabemos”, dio inicio Claudio Tapia

“Empezamos con el cerramiento interno, tenemos comprado casi todo para empezar a cerrar la parte interna del edificio. Tendrá tres pisos de hotelería, un centro de capacitación de alto rendimiento, con toda la medicina, salas de recuperación húmedas y secas, un auditorio y será la casa de todas nuestras selecciones. Es propicio que todos destapemos hoy la piedra fundacional. No solo es la inauguración de este proyecto sino que este complejo a partir de hoy llevará un nuevo nombre: Lionel Andrés Messi”, explicó el presidente de la AFA.

Luego fue el turno de Lionel Messi, quien también estuvo acompañado por el entrenador Lionel Scaloni y todo el plantel, de tomar el micrófono para agradecer el homenaje que le rindieron.

“No era fácil juntar a todos, más en estos momentos, con gente que viene de afuera y jugadores que representan a todo el país y ex compañeros. Quiero agradecerle al Chiqui por este reconocimiento. Es algo muy emocionante. Hace casi 20 años que vengo a este predio y desde el primer día sentí una energía muy especial. Este lugar es sensacional. Hasta el día de hoy siento algo especial, inclusive en los peores momentos”, sostuvo el astro argentino.

“Tuve momentos duros, pero era entrar acá y olvidarme de todo. Era llegar y sentir felicidad por estar en este lugar. Lo sigo sintiendo. Hoy me siento muy feliz de que lleve mi nombre. Soy de los que piensan que los homenajes se tienen que hacer en vida, y creo que este es un reconocimiento muy especial por lo que significa este predio y por la cantidad de jugadores que pasan. Pasar por acá y saber que se va a llamar Lionel Andrés Messi es algo muy lindo”, esbozó “La Pulga”.

Por su parte, Tapia concluyó: “Quiero agradecer a los dirigentes para que el complejo habitacional lleve el nombre de Lionel Andres Messi. Creo que es el mejor homenaje para el mejor jugador del mundo. Quiero pedirles a los jugadores, jugadoras y dirigentes que tratemos de hacer un fútbol mejor”.

El capitán del combinado nacional, que además es el jugador que más veces vistió la camiseta albiceleste y el máximo artillero, con 99 goles, también vivió un reencuentro con varios de sus ex compañeros del Mundial 2014. Quienes formaron parte de ese plantel que disputó el certamen en Brasil fueron citados desde las 9.30 en Ezeiza para participar del evento.

La mayoría de ellos fueron parte de este momento único, aunque no todos pudieron estar ya que algunos (como el Kun Agüero) están en el exterior. Entre los que dijeron presenten se destacan Fernando Gago y Martín Demichelis, quienes actualmente son entrenadores de Racing y River Plate, respectivamente.

Los únicos dos de aquella generación que forman parte de la “Scaloneta” son el propio Messi y Ángel Di María, al tiempo que Sergio Romero, Mariano Andújar, Marcos Rojo, Enzo Pérez, Federico Fernández y Lucas Biglia, son los que siguen en actividad.

Vale mencionar que la Selección, que el jueves venció a Panamá en un amistoso en el Monumental, tuvo un amistoso informal ante River Plate el viernes en Ezeiza, en el que sumaron minutos los jugadores que no lo habían hecho el día anterior. Además, el lunes el plantel de Lionel Scaloni viajará hacia Asunción para el sorteo de la Copa Libertadores, por invitación de la Conmebol y ese mismo día volará más tarde hacia Santiago del Estero. Allí deberá enfrentar a Curazao el martes por el amistoso que se celebrará en el Estadio Madres de Ciudades.

Fuente: Infobae.

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Lionel Messi, el imán de una fiesta que resultó perfecta, gol 800, devoción, emoción y la Copa del Mundo en el firmamento

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Está parado en el medio del estadio Monumental y su mirada se va al infinito, se humedece, se nubla, se llena de recuerdos, resopla para que no se le escape una lágrima, le brota la felicidad, se ríe, vuelve a reírse y no deja de hacerlo. Sí, justo ahí donde en alguna oportunidad sufrió porque se lo miraba con recelo. Ironías del destino, caprichos de la pelota, histerias de estas tierras… Se detiene en los que están a su lado, busca alguna mirada en los que lo acompañaron en la gesta y ellos, sus compañeros incondicionales, los que se consagraron, pero también lo consagraron a él, también se suben a un viaje encantador.

Mientras tanto se derriten las tribunas en devoción, se bañan de amor, del verdadero, del que también es irracional, porque muchos que hoy los veneran también supieron estallar de bronca porque sintieron que no los correspondían con resultados. Pero la gloria del Mundial Qatar 2022 quitó la sal de las heridas de 36 años, sanó noches y noches de insomnio, de rabietas, de angustias y frustraciones. Por eso Lionel Messiel capitán, el estandarte se comporta como un nene, se permite ser el pibe de Rosario, el que hacía garabatos en el aire por ser campeón del mundo con la selección. Y después de tanto intentarlo, la quinta fue la vencida y la noche del Monumental fue la escena perfecta para una historia de esas que serán eternas.

Nervios, ansiedades, festejos, bromas y risas. Así pasaron todos las horas previas a pisar el césped de la cancha. Y fue Messi el más inquieto, intenso y obsesionado por saber cómo iba a ser la celebración, esa que soñó para él y para los “pibes”, como le gusta decirles a sus “hermanos de camiseta”. Por eso resultó lógica su emoción cuando salió a moverse antes del partido, así como la de Dibu Martínez, el otro gran héroe en Qatar. Porque los hinchas le ofrendaron su admiración al “arquero del pueblo” y hasta le pidieron que bailara durante el calentamiento. Entonces él respondió al pedido y la ovación se multiplicó. Y verlos completamente conmovidos resultó un efecto contagio imposible de soslayar. Porque en ese marco festivo, cientos de nenes que estaban en el Monumental lloraron por tener a los campeones del mundo ahí nomás, en suelo argentino. Y ellos, los futbolistas quedaron bañados en lágrimas por lo que les ofrecieron desde las tribunas. Las imágenes del propio Dibu y de Lionel Scaloni resultaron la síntesis más exacta.

Todos los rituales intactos, cada paso se respetó. Por eso estalló el estadio cuando Rodrigo De Paul y Leandro Paredes salieron a la cancha mientras tocaba “la T y la M”. Sucedió que los dos campeones del mundo replicaron la ceremonia de los siete encuentros en Qatar: salir a comer caramelos en la mitad de la cancha antes de cada partido y charlar antes de los movimientos precompetitivos. Para esta cita faltó Alejandro Papu Gómez, que está lesionado, pero se les sumaron Lautaro Martínez, Germán Pezzella y Marcos Acuña. Todo fue perfecto y hasta se dieron el lujo de sumarse a los gritos desde la tribuna, porque cuando la gente comenzó con “el que no salta es un inglés”, De Paul y Paredes no dudaron ni un segundo en saltar en el medio de la cancha y guardarse el momento en sus teléfonos móviles.

“Que de la mano, de Leo Messi, todos la vuelta vamos a dar”, tronó en más de una oportunidad en el Monumental. Y la caricia suave y delicada sobre el rostro del capitán argentino es la que siempre deseó, tanto como consagrarse campeón del mundo. Por eso, con sus primeros movimientos dentro de la cancha ahogó de emoción a los 83 mil hinchas que estaban en las tribunas. Y se supo que hasta se molestó cuando se enteró que mucha gente fue estafada porque les vendieron entradas falsas, se quedaron afuera de la gran fiesta y hasta se generaron algunos disturbios que tuvieron que ser controlados por la policía.

Besó a sus hijos Thiago, a Mateo y a Ciro, también a su compañera de toda la vida, Antonela; todos los campeones compartieron con sus parejas e hijos, porque querían que estuviesen cerca, que se sintiesen parte, ya que entienden los campeones del mundo que ellos, sus familia, también son factores vitales de la conquista, porque soportaron y soportaron cuando las cosas no eran tan dulces. Entonces, creyeron que la noche del Monumental debía ser para todos.

El partido, contra un rival de muchísima menor jerarquía, también fue una excusa para rendirle homenaje a los campeones y lógicamente que fue una buena escena para que Messi pudiese coronar la jornada soñada con la conquista de su gol 800. Todos lo entendieron, los que estaban en las tribunas y especialmente los que estaban adentro de la cancha porque la mayoría de los ataque del seleccionado argentino pretendía buscar al capitán para que pudiese alcanzar una nueva marca en su carrera.

Apenas pasaron un puñado de minutos cuando explotó todo, porque Messi sacó un zurdazo de tiro libre que reventó el ángulo del arco de José Guerra y, si bien la jugada sola valía la admiración, la gente demostró toda la necesidad que tiene de decirle gracias. Porque los aplausos que bajaron por una acción que no terminó en gol, resultó igual de impactante que si lo hubiese logrado.

Solo reverencias, no existe otro lenguaje para estos jugadores. Porque si bien le costó marcarle a Panamá, el juego fue lo menos importante para los fanáticos. Por eso, cuando Lionel Scaloni, en los primeros minutos del segundo tiempo determinó que dejen la cancha Ángel Di María y Enzo Fernández, la cancha fue un estruendo de gratitud para dos pieza vitales de la coronación en Qatar.

Y como se trató de la noche en la que la comunión debía ser plena, Messi se guardó todo para el final. Intentó de tiro libre, dos dieron en el travesaño, otros dos los desvió Guerra, uno se le fue muy por encima y en el sexto, castigó: acomodó la pelota y de zurda dibujó la parábola perfecta para darle a la gente lo que vino a buscar. Su gol, el 800 en su carrera, en el lugar que debía, porque si bien lo buscó hace unos días en París, con PSG, pero no se le dio, quizá que haya sido acá, con su gente, le ofreció el guiño que pretendía para esta nueva marca maravillosa.

Ni el más experimentado de los escritores del género fantástico pudieron haber imaginado una historia semejante con un protagonista tan dominante, como Messi, con actores de la talla de Dibu Martínez, Ángel Di María, Julián Álvarez, Rodrigo De Paul, Enzo Fernández… y hasta un autor intelectual como Lionel Scaloni. Por eso cuando el capitán volvió a estar rodeado de sus compañeros, acarició la Copa, la miró, se enamoró otra vez y la puso en lo más alto, sólo fue necesario que todos los que estaban en el Monumental hicieran reverencias ante su majestad. “Disfrutemos de la tercera estrella”, dijo y conquistó. Gracias campeones.

 

Diego Morini para La Nacion

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